La presidenta Michelle Bachelet firmó este lunes cuatro proyectos que buscan revolucionar la clasista educación chilena, terminando con la selección del alumnado, el cofinanciamiento de los padres y con el lucro de las escuelas.
Las reformas educacional, tributaria y constitucional son la base del programa de gobierno.
De aprobarse la reforma educativa, los colegios prebásicos y secundarios subvencionados por el estado no podrán tomar exámenes de ingreso, retirar ganancias ni cobrar cuotas a los padres.
«El objetivo es ‘iniciar un proceso de transformación profunda en nuestro sistema educativo que permita asegurar calidad, gratuidad, integración y fin al lucro en educación», enfatizó Bachelet.
La oposición de centroderecha anticipó su rechazo a los proyectos, porque según el senador Andrés Allamand, «para mejorar la educación pública no es necesario, de modo alguno, terminar con la educación particular subvencionada». El oficialismo necesitará un voto adicional a los 68 diputados y 21 senadores que tiene en el Congreso.
«Hoy estamos dando el primer paso de la reforma educacional más significativa que ha tenido el país en los últimos 50 años», dijo la mandataria al firmar el proyecto.
Las demandas de cambios en la enseñanza fueron impulsadas el 2011 por millones de jóvenes que exigían una educación gratuita y de calidad. Otras presiones iniciadas por los secundarios en 2006 fueron acalladas por la propia Bachelet, en su primer mandato 2006-2010, que los desmovilizó incluyendo a sus dirigentes en una comisión de estudio.
El gobierno busca financiar los cambios a la enseñanza con una reforma tributaria que pretende recaudar 8.200 millones de dólares, que ya fue aprobada en la Cámara de Diputados con los votos oficialistas.
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