El altar está presidido por dos gigantescas imágenes, una de san Ignacio, por tratarse del fundador de la orden jesuita, a la que pertenece el papa, y otra de san Francisco, por ser el santo elegido por Jorge Bergoglio para inspirar su labor al frente del mundo católico.
La estructura, de más de 25 metros de alto por 14 de ancho, y que lleva dos meses en preparación, fue trasladada el domingo desde la pequeña ciudad de San Ignacio, en el departamento de Misiones, a unos 230 kilómetros de Asunción, mientras los vecinos se agolpaban a los lados del camino para despedir la obra, dijo a Efe Ruiz.
«Lo despedían como la familia que sabe que no volverá a ver a su hijo. Como cuando nuestra gente emigraba a Buenos Aires», expresó el autor.
Durante la preparación del altar, Ruiz abrió su taller en Misiones para que los ciudadanos de San Ignacio y de pueblos aledaños pudieran verlo y hacer alguna aportación.
De ahí surgió la idea de firmar los más de 200.000 cocos verdes incrustados en su estructura metálica. Casi cada uno de los cocos tiene uno o varios nombres, hay muchos de parejas, hay peticiones, ruegos, incluso mensajes de gente de otros países que a través de las redes sociales quiso participar.
Vía Nuevo Herald / Union Radio/ www.diariorepublica.com