Por Nicmer Evans
El candidato-Presidente Chávez ha invocado nuevamente la necesidad de la crítica y la autocrítica desde el proceso revolucionario, en especial en la gestión pública de su gobierno:
“Si yo viviera aquí (Barcelona) seguramente me quejaría por el estado de estas calles. Tienen razón ustedes. Ahora, de todos modos les digo lo siguiente: también pudiera quejarme por los apagones eléctricos si viviera aquí”.
La evidente crítica al Ministerio de Energía Eléctrica, al gobernador de Anzoátegui y a las gestiones municipales del estado así lo ha dejado claro.Este es un ejercicio que permanentemente está presente en su discurso y reflexión revolucionaria.
En este sentido, y teniendo claro que estamos en campaña electoral y que toda acción de oposición y gobierno responde a este fin, deseo plantearles la siguiente reflexión.
Esta campaña ha adolecido de una discusión trascendente, y es la discusión sobre el tema de la corrupción. Todos los proyectos ideológicos que se han tratado de implementar en nuestro país abordan muy someramente el asunto, pero en la práctica adolecen de una política real y concreta para la solución del problema.
Tanto la IV República y su representante en la aspiración presidencial: Capriles, como la revolución bolivariana y su candidato-Presidente han obviado permanentemente la profundización de un tema que está en boca de todos los venezolanos, dejando de lado prácticas contundentes para la resolución de un problema de Estado que nos importa a todos.
En la propuesta del candidato presidente Chávez, sólo en el objetivo nacional 2.4.1.2 se hace mención a la lucha contra la corrupción y el burocratismo, mientras que en el programa de gobierno del candidato opositor no se hace una sola mención al tema.
Sin embargo, más allá de que los candidatos lo hablen, el pueblo lo siente de manera permanente, y habla sobre el tema quizá en ocasiones exagerando, quizá en otras cayendo en matrices de opinión creadas para el desprestigio de algún personaje público; pero lo que es cierto es que todos tenemos presente el problema, todos sabemos que es un mal cultural, pero aún nadie ha planteado una acción concreta en el marco de una más estructural; sólo Chávez ha visto el problema estructural, pero nadie ha ejecutado de fondo la resolución del problema.
En cuanto a la corrupción en el marco de la acción política, siempre he afirmado que el PSUV debería hacer un “comisariato político anticorrupción”, que permita la sanción ética y la destitución burocrática.
A pesar de que no se pueda proceder judicialmente en casos de evidente complicidad o acción dolosa o coparticipe de la ineficiencia e ineficacia, pero esto sólo ha quedado en propuestas sin mayor eco dentro de las antiguas direcciones del PSUV.
Pero mi centro de atención en este momento es quizá algo que en el marco de la campaña electoral se ha erigido en un debate que puede sin duda afectar la candidatura de la Patria, como se ha dado por denominar al candidato Chávez, y es el problema del contrabando de gasolina en nuestros estados fronterizos.
En concreto y sin rodeos: el chip es parte de la solución pero no es la solución definida del problema. La solución del problema del contrabando de gasolina tiene una solución estructural y una real. La solución estructural pasa por el aumento del precio de la gasolina, asunto que sabemos inviable por ahora y hasta que no se haga la sustitución de la gasolina por el gas como combustible matriz de nuestro transporte.
La solución real pasa por la intervención de parte de la Guardia Nacional Bolivariana, la incorporación del Poder Popular y la Contraloría Social y la integración plena del monitoreo de Pdvsa en el control satelital del transporte.
Todo el mundo sabe que el contrabando de gasolina es un negocio donde la corrupción de algún sector de la Guardia Nacional opera abiertamente, enriqueciéndose a costilla del perjuicio de la revolución bolivariana.
Son algunos miembros de la GNB cómplices y protagonistas del desangramiento de nuestro país en la frontera en articulación con el ELN en Apure, con el paramilitarismo en el Táchira y Zulia, y con apoyo interno del transporte de combustible en PDVSA, y el control de los GPS y los Chips en manos de la GNB es la filosofía del “Zamuro cuidando carne”.
El mismo presidente en algún momento estuvo dispuesto a echar mano del problema de corrupción en algunos niveles de la Guardia Nacional, y sólo se logró un cambio de denominación sin poder romper la mafia que ha significado el contrabando de alimentos, gasolina, carros y el gran negocio aduanero de un pequeño sector de la Guardia Nacional Bolivariana que lamentablemente le hace un daño profundo a todo el componente y repercute en la imagen de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Pero esto tiene solución. Invito a nuestras autoridades a conocer la experiencia que en Guasdualito, en conjunto con el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora se operó desde el Poder Popular y la Contraloría Social, y que logró resultados exitosos.
Retomemos buenas prácticas y ataquemos los problemas de raíz, eso es ser radical.