
Por Henry Ramírez
Chávez era un líder a quien no se dudaba en seguir. Reunía un conjunto de cualidades y atributos que juntaban en el al líder de la calle y al hombre de estado. Pertenecía a la estirpe de los libertadores y encarnaba al mismo tiempo un proyecto de sociedad para el siglo XXI. Aún nos parece increíble el profundo sentimiento de desolación y pesadumbre que embarga al pueblo y a la sociedad en general. He escuchado a jóvenes conmovidos reclamar a sus padres las razones de por qué nunca habían votado por Chávez. Pero aunque nos parezca que la realidad se hubiera equivocado es hora de asumirlo y ponernos a trabajar.
Debemos reflexionar el legado que nos deja Chávez en términos de cómo se administra el poder. Si en algo el comandante supremo nos dio ejemplo es en la demostración de que su gobierno era del pueblo, no de sectores ni de grupos económicos. Mucho menos permitía que quienes estuviesen a su alrededor hicieran negocios, como si de eso se tratara gobernar con y para el pueblo. Su desprendimiento, sacrificio, honestidad, humildad, era a toda prueba. Su preocupación por el más necesitado también lo era, así como transferirle, o más bien reconocerle, el ejercicio del poder a nuestro pueblo; de allí sus desvelos y angustias por las formas de materialización del poder popular.
El presidente siempre mostró su interés por el Zulia, estado estratégico para Venezuela. Lamentablemente no habíamos conseguido el poder y él sabía lo importante que era. Desde aquella Alcaldía que se inició con la oposición y que luego se pasó a las filas revolucionarias, se pudo paliar un poco ese vacío del poder en el Zulia. Hoy en día, teniendo la Gobernaciónpara la revolución, los revolucionarios debemos reflexionar acerca del legado que nos deja el Comandante Chávez. Son muchas las lecciones, pero hoy quiero detenerme en el Consejo de Ministros del 20 de octubre, luego del triunfo del 7 de octubre del 2012, al cual se le ha denominado “golpe de timón”, por la orientación estratégica trazada. Seguidamente cito las exigencias formuladas al cuerpo de ministros: “(La democracia socialista)…Estamos tocando puntos claves de este proyecto, que si no los entendemos bien y lo asumimos bien, pudiéramos estar haciendo cosas buenas, pero no exactamente lo necesario para ir dejando atrás de manera progresiva y firme el modelo de explotación capitalista y creando un nuevo modelo: el socialismo venezolano, bolivariano, del siglo XXI. (Autocrítica para rectificar)… Ahora, la autocrítica: en varias ocasiones he insistido en esto, yo leo y leo, y esto está bien bonito y bien hecho, no tengo duda, pero dónde está la comuna (…) Nicolás, te encomiendo esto como te encomendaría mi vida: las comunas, el estado social de derecho y de justicia. Hay una Ley de Comunas, de economía comunal. (El Socialismo no se decreta), ¿Cuántas horas le dedicamos al estudio nosotros cada día, a la lectura, a la reflexión?…. A veces creemos que todo debe controlarse desde Caracas; no. Se trata de crear un conjunto de sistemas paralelos coordinados y de ahí la regionalización, los distritos motores.Debemos injertar la propiedad social, el espíritu socialista, El objetivo es el pueblo. Mayor eficiencia para mejores resultados y Reforzamiento del Sistema Nacional de Medios Públicos…” Son las últimas reflexiones que hizo el Comandante Supremo en ese consejo de ministros. Sobre estas últimas profundizaremos en otras entregas, así como en el Plan de la Patria presentado también por el Presidente Maduro en su inscripción ante el CNE. ¿Cuánto de estas autocríticas se están asumiendo en los distintos niveles de gobierno, tanto en la administración pública central, como en Gobernaciones y Alcaldías? De ellas depende mucho el curso inmediato de la fusión entre los gobiernos que gobiernan en nombre de la revolución y el poder popular.