Por Hedelberto López Blanch
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Río+20, que sesionó con de más de 100 jefes de Estado y de Gobierno mostró que en el mundo existen dos polos diferentes: uno el de los países en desarrollo que quieren salvar al mundo de los desastres naturales provocados por el hombre, y el otro de las naciones desarrolladas que solo piensan el acelerar sus economías aunque la tierra sufra nefastas consecuencias.
La Cumbre Río+20, que debe su nombre a la histórica Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro hace dos décadas, sesionó los días 20, 21 y 22 de junio con las lamentables ausencias del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, la canciller de Alemania, Ángela Merkel y el primer ministro británico David Cameron (representantes de tres de las potencias capitalistas más fuertes del planeta) que restaron así importancia a la cita.
Pensaron que al desentenderse de los graves problemas que enfrenta la existencia del planeta tierra, los pueblos del mundo no los condenarían por su falta de humanidad y responsabilidad, al ser representantes de potencias con alto grado de participación en las consecuencias de deterioro ambiental que sufre el globo terráqueo.
Aunque estuvieron ausentes, numerosos jefes de Estado de las naciones en desarrollo, levantaron sus voces para denunciar los excesos contra la existencia humana en que incurren los países ricos y las compañías transnacionales.
El Presidente cubano, Raúl Castro Ruz, en su discurso enfatizó: “Dejemos las justificaciones y egoísmos y busquemos soluciones. Esta vez, todos, absolutamente todos, pagaremos las consecuencias del cambio climático.
Los gobiernos de los países industrializados que actúan de esta forma no deberían cometer el grave error de creer que podrán sobrevivir un poco más a costa de nosotros. Serían incontenibles las oleadas de millones de personas hambrientas y desesperadas del Sur hacia el Norte y la rebelión de los pueblos ante tanta indolencia e injusticia. Ningún hegemonismo será entonces posible”.
El mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, reclamó la corresponsabilidad de los países desarrollados para salvar el planeta y abogó por un cambio cultural y político en los esquemas de desarrollo.
Los países latinoamericanos, dijo, somos mucho menos consumidores que los países ricos, pero es imprescindible un cambio en la noción de desarrollo, y señaló, que el problema es político y no puede generalizarse un modelo de vida como el de un habitante de Nueva York pues se requerirían cinco planetas para ello. Cómo entender multimillonarios salvamentos bancarios y no ambientales. Todo el mundo sabe quiénes son los que contaminan el ambiente y quiénes los que generan bienes ambientales, indicó.
Por su parte, el Presidente bolivariano Evo Morales rememoró las palabras del líder cubano Fidel Castro en anterior Cumbre cuando dijo "Acabe el hambre y no el hombre", "Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa" y señaló que “el capitalismo promueve la privatización y la mercantilización de la biodiversidad y el negocio de los recursos genéticos”.
Pese a que Obama, Merkel y Cameron no estuvieran, debieron escuchar cuando Morales puntualizó: El capitalismo mercantiliza la naturaleza y convierte cada árbol, cada gota de agua, y cada ser de la naturaleza en una mercancía sometida a la dictadura del mercado, que privatiza la riqueza y socializa la pobreza.
Por la importancia que tenía, el Presidente cubano Raúl Castro, inició su intervención en la Cumbre con estas palabras: Hace 20 años, el 12 de junio de 1992, en este mismo recinto, el líder de la Revolución cubana Fidel Castro expresó: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre”.
Y agregó Raúl: Lo que pudo haber sido considerado alarmista, constituye hoy una realidad irrefutable. La incapacidad de transformar modelos de producción y consumo insostenibles atenta contra los equilibrios y la regeneración de los mecanismos naturales que sustentan las formas de vida en el planeta. Las especies se extinguen a una velocidad cien veces más rápida que las indicadas en los registros fósiles; más de cinco millones de hectáreas de bosques se pierden cada año y cerca del 60 % de los ecosistemas están degradados.
Se incrementa la pobreza, crece el hambre y la desnutrición y aumenta la desigualdad, agravada en las últimas décadas como consecuencia del neoliberalismo, agregó.
Luego de referirse a las guerras de nuevo tipo (de rapiña), lanzadas en Medio Oriente y el Norte de África, Raúl significó que “el gasto militar total ha crecido en estas dos décadas a la astronómica cifra de 1,74 millones de millones de dólares, casi el doble que en 1992, lo que arrastra a la carrera armamentista a otros Estados que se sienten amenazados. ¿A dos decenios del fin de la Guerra Fría, contra quiénes se usarán estas armas?, preguntó.
La anfitriona del evento, la Presidenta de Brasil, Dilma Rousset, reprochó a la Unión Europea y a Estados Unidos que “la sostenibilidad no puede estar a merced de las crisis”. Es decir, que no puede ligarse solamente con el crecimiento económico.
La declaración final de la Cumbre no fue más allá de la firmada hace 20 años en el mismo escenario de Río de Janeiro pese a los esfuerzos para mejorarlo realizados por Brasil y el Grupo de los 77 + China.
Por eso muchas delegaciones y organizadores del encuentro, así como grupos ambientalistas y de activistas catalogaron el documento como débil.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon enfatizó sin ambages durante su discurso de apertura, “voy a ser franco, nuestros esfuerzos no han estado a la altura de la medida del desafío. La naturaleza no negocia con los seres humanos”.
Para la mayoría de los jefes de Estado de Asia, África y América Latina, el documento estableció aspiraciones en lugar de metas obligatorias en temas como seguridad alimentaria, agua y energía.
En el limbo quedaron puntos esenciales como la transferencia de tecnología a los países pobres para acceder a métodos más limpios en la emisión de gases contaminantes. Asimismo, los ricos (fundamentalmente Estados Unidos y Canadá) rechazaron otra vez entregar el fondo de financiamiento del 0,7 % del PIB a los menos desarrollados.
Quedó diluida la propuesta del G-77 + China de crear un fondo de recursos adicionales para enfrentar los desafíos climáticos de 30 000 millones de dólares anuales del 2013 al 2017 y aumentarlo a 100 000 millones a partir de 2018.
El término Economía Verde que promueve la Unión Europea, es solo un intento por mercantilizar fuentes de vida como el aire, atmósfera, mares. La tesis esgrimida es que se maltratan porque no tienen valor y para dárselo, deben ser propiedad de alguien, o sea, privatizarlos.
Al respecto, Evo Morales puntualizó que la denominada Economía Verde es un nuevo mecanismo de sometimiento de los pueblos y como el capitalismo, promueve la privatización y la mercantilización de la biodiversidad y el negocio de los recursos naturales.
Los países ricos no han comprendido la gravedad de los problemas ambientales acrecentados en los últimos 20 años como el derretimiento de los glaciares, contaminación y salinización de las aguas, calentamiento global, aumento de las catástrofes naturales, degradación de los suelos, ampliación del hueco en la capa de ozono, etc.
Como afirmó el Presidente cubano al concluir su discurso, “Estamos urgidos de un cambio trascendental. La única alternativa es construir sociedades más justas, establecer un orden internacional más equitativo, basado en el respeto al derecho de todos; asegurar el desarrollo sostenible a las naciones, especialmente del Sur, y poner los avances de la ciencia y la tecnología al servicio de la salvación del planeta y de la dignidad humana”.
Pese a los obstáculos planteados por las naciones poderosas en la Cumbre Río + 20, lo cierto es que hay un crecimiento de la conciencia ecológica en el mundo y más temprano que tarde se encontrará un camino de salvación que a todas luces será sin el capitalismo.