Por Efraín Rincón
La clase media es un estrato social fundamental en el progreso de las naciones. Forma parte del sector pensante y gerencial de la sociedad. Su preparación académica y profesional la convierte en actor directo de la toma de decisiones de empresas y organizaciones en las que labora.
La clase media es por antonomasia visionaria y vanguardista en la internalización de los cambios culturales, tecnológicos y económicos que experimenta la sociedad. En pocas palabras, la clase media es el motor que dinamiza la economía de la nación; proyectando un estilo de vida que la diferencia de los ricos y de los sectores populares, con una cosmovisión muy particular de la vida y de los fenómenos socio-políticos.
Pero además, la clase media se mueve con bastante autonomía. Depende poco de los favores del Estado para elevar su calidad de vida. La formación profesional de sus hijos, la adquisición de vivienda y automóviles corre por cuenta propia; no existen programas sociales que permitan amortizar los costos derivados de tales compras. La clase media paga con regularidad impuestos y servicios públicos; los subsidios del Estado poco la benefician.
Históricamente, la clase media se ha labrado su destino a costa de trabajo y del aprovechamiento efectivo de las oportunidades del entorno; nadie le regala nada, de allí su espíritu libertario y crítico frente a la política. La defensa de valores fundamentales como la libertad, la propiedad y la iniciativa privadas, el progreso y la educación se constituyen en una de sus principales motivaciones de vida.
Pues bien, los valores que defiende la clase media son combatidos por el chavismo. A Chávez no le importa ni la empresa privada ni la propiedad privada por pequeña que ésta sea; le incomoda una sociedad instruida con capacidad suficiente para confrontar su modelo autoritario y centralista; viola los derechos políticos fundamentales y no cree en el trabajo y la educación como la palanca del progreso.
Entonces, me pregunto apreciados lectores, ¿qué está pensando la clase media venezolana? ¿Acaso no existen suficientes testimonios para darse cuenta que el modelo chavista atenta contra sus legítimos intereses? No existe conexión, ni cercana ni lejana, del modelo de Chávez con el sistema de vida al que aspira la clase media venezolana.
Un nuevo gobierno de Chávez echaría por la borda los pocos beneficios que aun disfruta. ¿Por qué entonces mantener una posición pasiva y a veces conformista con la situación actual del país? Con Chávez ni Venezuela, ni los jóvenes, ni la clase media tienen futuro. Su intención de aliarse con la clase media sólo es meramente electoral, después vendrán decisiones que van afectar drásticamente nuestra calidad de vida. No nos dejemos engañar por pajaritos preñados. La clase media no tiene espacio en el proyecto ideológico de Hugo Chávez.
Nos queda una opción. Transitar el camino democrático que nos ofrece la Constitución Nacional y, dentro de ese camino, está la participación entusiasta en lo que resta de campaña, organizando asambleas familiares y vecinales para escuchar el mensaje de progreso de Capriles Radonski y dejar al descubierto las verdaderas intenciones del continuismo de Chávez.
Animarnos y luchar con fuerza por el cambio que tanta falta nos hace, sin dudas ni titubeos. Es la hora de la defensa de la democracia y la libertad, sin distracciones ni pesimismo; y, el 7 de octubre a votar masivamente y sin miedo para que Venezuela pueda decir de nuevo “gracias a la clase media nuestro país se llenará de progreso y de justicia para todos por igual”.