
Por Daniel Ponne
Hace tres días caminando por el barrio Las Corubas, del municipio Maracaibo, me encontré un grupo de jóvenes que conversaban sobre lo muy preocupados que estaban por la criminalidad y la violencia. Una de las jóvenes presentes cuando me vio me dijo de inmediato “Daniel más delincuencia y me mato». Esa es una forma irónica, folklórica y elocuente de expresarse la juventud de los sectores populares.
Nuestro estado Zulia vive una etapa crítica en materia de inseguridad. Jamás se pensó que se llegara a los niveles de violencia de la Gran Caracas, tomando en cuenta que el actual Gobernador es militar y tiene todo el apoyo logístico, los organismos de seguridad de la nación y el respaldodel Ministerio Público.
La criminalidad está desbordada. El robo de vehículos y de autopartes, el aumento del sicariato y con ello los asesinatos múltiples, como por ejemplo los cuatro crímenes múltiples sucedidos entre el sábado 12 y el domingo 13 de octubre del presente año. Además hay un aumento de los atracos y hurtos. Todos son signos evidentes del deterioro.
Igualmente somos el epicentro de la recuperación de detenidos por parte de grupos tipo comando, quienes actúan sin ningún problema a plena luz del día al estilo de las grandes películas de acción. Estamos en presencia del aumento del micro tráfico de droga yde frecuentes asaltos a dependencias de nuestra Universidad del Zulia, entre otros flagelos
Y es aquí cuando uno se inquieta porque todo eso para los Gobiernos nacional y regional es parte de una “sensación” producida, según ellos, por los medios de comunicación apátridas.
¿Sensación? Querer negar lo que colectivamente vive y padece la ciudadanía es una aberración imperdonable. Son fenómenos sociales tan reales y grandes como la «luna plena» y que vive todo el país, pero con la diferencia que en el Zulia se descontroló.
Ahora bien, se quiere dejar ver que existe una seria política en el combate contra la delincuencia con la táctica superficial de mantener encendidas las luces multicolores de las patrullas y con esos destellos, sumado a una estrategia publicitaria, tratan de generar una «sensación de seguridad”.
Estamos entre dos sensaciones, una que lamentable marca la realidad y otra que desafortunadamente no es verdad y que busca falsamente intentar hacer creer algo que no es cierto.
Son dos sensaciones que se entrecruzan con la triste realidad que una mata a la otra, y lo que es peor las dos sensaciones son negativas. Mientras el status quo que “gobierna” nuestro país no entienda que el problema de la seguridad ciudadana va más allá de patrullas, pistolas y balas, cada día la situación será de mayor peligro y será invivible Venezuela.



