La gregaria socialización humana esencial, moral, vital está determinada por apreciar y enaltecer la nobleza, la bondad y la honorabilidad en el otro; valores humanos que sólo germinan en el comportamiento político, guiado por la virtud, por la ética.
Ahora bien, las relaciones humanas determinadas por la acción social de agresión, sometimiento, dominación, desencuentro, desintegración, destrucción, división, imposición supremasista son negadora de la alteridad necesaria.
Tal adversidad humana en razón de la corresponsabilidad social, obliga a su transformación por el control social en comunión con el liderazgo sociopolítico virtuoso, ético y progresista.
Es el reto histórico de construir y conducir a la sociedad de ciudadanos, con el sentido racional de la trascendencia humana, la eticidad.
De modo que, son los actores sociales capaces de escudriñar científicamente la la realidad social y toparse con la autenticidad, su esencia; los que con su practica teórica producen la consciencia transformadora, revolucionaría que se convierte en soporte de la praxis política, forjadora de la nueva sociedad aposento del hombre virtuoso.
Desterrando a los reproductores per se de la evolución del caos social, como consecuencia de la «crisis de percepción», que causa la dominación económica, política y cultural.
Todo ello impone reconocerse, la otredad: quienes somos, que pensamos, donde estamos, que hacemos, de que somos capaces, como observamos al otro, como nos relacionados y luego actuar políticamente en consecuencia.
Sólo así, se concebirá al hombre nuevo constructor de la sociedad de iguales, armoniosa, amorosa, pacifica, vivíble frente a la sociedad perversa dinamizada por la maldad, el reino del Leviatán.
El Presidente Maduro, en esa linea de pensamiento y con claridad conceptual hizo recién un llamado, a la construcción de una «nueva humanidad libre de guerras». Continua avanzando con certeza como líder del diálogo democrático, la estabilidad política y la paz social condición necesaria, para la sociedad de bienestar colectivo y felicidad.
Es la búsqueda perpetua de esa sociedad buena, justa y soñada por generaciones. La que muchos históricamente con la evolución de la sapiens, han definido y la han escrito hasta en las piedras. Y que aún sigue siendo la utopía, que concita cada más voluntades para su materialización.
Hugo Chávez, siempre con diafanidad desde la axiologia la advocó, la subrayó y la orientó.
Finalmente cabe traer a colación, el discurso pronunciado por Simón Bolívar en el Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819, donde sentencia con lucidez eterna que “el sistema de gobierno más perfecto es aquél que produce la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política. Sin olvidar que el mismo Libertador en ese discurso plantea que “la felicidad consiste en la práctica de las virtudes».
ENTREVEO N° 76
Maracaibo, 06/09/2020