En la vida y a la sociedad venezolana, podríamos aplicar una canción que me cantaban mis hijos, para hacerme comprender que debía entenderlos,» oye el viento de cambios».
Adaptarnos a los cambios, aprender con ellos ha sido la garantía de continuidad de las especies, incluida la humana. Nuestro reto es no convertirnos como sociedad y como revolución en estatua de sal.
Sin duda que vivimos un momento de la historia del planeta, de la humanidad más que cambiante. Debemos tener el corazón preparado para lo más sorprendente, decía el poeta Reiner María Rilkie. Mantener los principios, y garantizar la sobrevivencia para buscar los estadios de vida que son nuestro objetivo como grupo humano. «La mayor suma de estabilidad, la mayor suma de felicidad posible», a decir del padre Libertador, o la vida con «dignidad y decoro» concebida por José Marti.
Por eso confrontar y defendernos, frente a la imposición imperial es una obligación, frenar la agresión y resistir. Es urgente, válido y lógico el llamado del Presidente Maduro para el dialogo interno, para los acuerdos mínimos que permitan la sobrevivencia nacional, a pesar de la torpeza ciega y el entreguismo de los extremistas de la oposición. Valido igual el llamado permanente al respeto, al entendimiento, a la relación de iguales al gobierno de los Estados Unidos.
En este momento la realidad nos obliga para sincerar los costos de la distribución de la gasolina y el diésel, aún con subsidios para ayudarnos en nuestra condición de país petrolero. Nos obliga la situación de los precios internacionales, del contrabando de extracción, de la producción nacional, para vender el combustible
Cómo y cuándo hacerlo, es una decisión que corresponde al propio presidente, pero a nosotros como ciudadanos, nos toca apoyarlo y acompañarlo en la tarea de adecuarnos a la circunstancia presente para estabilizarnos y sobrevivir como país, como sociedad. Por el viento de cambios. Manteniendo la orientación hacia el interés de las mayorías y en prioridad, de los más débiles.
FRANCISCO J. ARIAS CÁRDENAS