
Por Henry Ramírez
Hagamos una alto en el gravísimo tema del medio ambiente de la ciudad que veníamos tratando en los últimos artículos, para referirnos al no menos grave del bachaqueo, el contrabando y el desabastecimiento en este lado de la frontera. Los últimos acontecimientos con la toma de la residencia oficial por parte de las cooperativas de transporte, carga y encomiendas wayuu nos obligan a ello. Pensando siempre desde el interés popular zuliano más que desde el morbo de la geopolítica que, sin embargo, gravita enormemente sobre el asunto,en ocasiones contra el interés público.
Maracaibo, se encuentra en la zona fronteriza entre Venezuela y Colombia, y por la tanto sufre todos los efectos de la misma, donde se han desarrollado dinámicas criminales verdaderamente alarmantes, urge una política de coordinación con las autoridades competentes, en Maracaibo su autoridad no puede esconderse tras la excusa, que no es su competencia.
Lo primero es llamar la atención sobre lo inconveniente e inadecuado de la acción. Todo el mundo lo rechaza y repudia, agravando además en el sentir popular y ciudadano la mala idea de que se trata de grupos“contrabandistas y bachaqueros” pidiendo que los dejen hacer su trabajo irregular e ilegal. Menos mal que hasta los mismos integrantes de estas cooperativas asumieron que había sido un error y han pedido disculpas por el hecho. Luego, debo rescatar las palabras ponderadas, serias, fundadas en su condición étnica, de antropólogo y de amplia solvencia profesional, como lo es Nemesio Montiel. Ha dicho el también profesor de LUZ que “Los wayuu, son utilizados por las grandes mafias colombo-venezolanas”;que el problema “…obedece a la situación estructural de la Guajira, que tienen raíces profundas, que se arrastran desde hace muchos años”. El wayuu, añade, ha aprendido a sobrevivir a dos realidades, adaptándose a la fluctuación del valor de la moneda de uno y otro lado, haciendo del comercio binacional una estrategia productiva ante las severas condiciones del hábitat natural. Además, la Península Guajira olvidada por los dos estados ha pasado a ser espacio a merced de narcotraficantes, delincuencia organizada y contrabandistas,que han hecho del guajiro un eslabón más de la industria. La película El Regreso, aún en cartelera, es una muestra de ello. Concluye el profesor Nemesio Montiel que cuando pasan estas cosas al que estigmatizan es al wayuu, lo que aviva el sustrato racista que aún se empoza en buena parte de la sociedad regional. Suscribo íntegramente lo dicho por Nemesio. Pero añado más.
En el 2012la fundación Arco Iris editó un libro —“La frontera caliente entre Colombia y Venezuela”, Bogotá, 2012— que recogía una investigación de años, bien fundamentada y seriamente argumentada, y que recoge como ha cambiado el estado de cosas en la frontera en los últimos veinte años. Se trata de una radiografía de la transformación y reconfiguración del crimen en la zona de frontera, de cómo funcionan las estructuras criminales de la zona, de los mercados legales e ilegales en los que participan y los grados de penetración institucional por parte de estas estructuras que han mutado de redes de delincuencia común a verdaderas mafias que controlan el estado de vida de los pueblos que la habitan y las ciudades cercanas. Las investigaciones realizadas dejan muy mal paradas a la policía regional, algunas municipales y algunos componentes y funcionarios de la Guardia Nacional.
El libro contiene revelaciones verdaderamente alarmantes. En el capítulo referido a la frontera La Guajira y Cesar-Zulia, en la parte relativa al conflicto armado, encontramos una información que pudiera darnos indicios de como en el Zulia se han profundizado estas dinámicas delictivas. Dice que “La élite política zuliana liderada por Manuel Rosales, según la información recogida en terreno, vio en el paramilitarismo colombiano un especie de retaguardia militar, de hecho, intentaron utilizarlo para atentar contra el presidente Hugo Chávez. Pero sobre todo vieron en el paramilitarismo colombiano la mejor forma para infiltrar a las instituciones de todo tipo”
Esas mafias altamente organizadas con mucho poder en sus relaciones políticas y militares, controlan todo tipo de negocios ilegales, desde el narcotráfico hasta el contrabando de combustible y alimentos, en los que utilizan a todo el mundo bajo chantajes, pago de altísimas comisiones y sobornos y prebendas, desde nuestros hermanos wayuu hasta las instituciones del estado. A este monstruo nos enfrentamos. Nos corresponde desarrollar verdaderas estrategias y acciones institucionales de estado, proporcionales al magno problema que amenaza con disolvernos como sociedad y como pueblo.



