Por Exequiades Chirinos
El 8 de octubre del 2012 el hombre amaneció pálido, sudoroso, más inquieto que aquella fatídica madrugada de diciembre del 2007 cuando recibió los cómputos adversos del referendo constitucional, de más del 50 % de los venezolanos votando en su contra.
Quien se creía omnipotente, imperdible, vio con terror los resultados del Consejo Nacional Electoral (CNE), difundidos a regañadientes, con gimoteos, por parte de su presidenta, Tibisay Lucena, anunciando la victoria presidencial de Henrique Capriles Radonsky y, por ende, su cruel derrota, de él, de nada más y nada menos que Hugo Chávez Frías ¡el descendiente de Maisanta, la reencarnación de Bolívar!
¿Qué pasó con las encuestas puyadas de Jesse Chacón, de Germán Campos y de Oscar Schemel?, sobre todo de éste último quien expresara una y otra vez: “el Comando de Capriles está lleno de incompetentes, de ineptos”.
¿Qué pasó con los “sesudos” análisis y las jugarretas de José Vicente Rangel, su ventrílocuo en la primera época de su gobierno y permanente aspirante a Vicepresidente para desde allí brincar a la Silla de Miraflores?
¿Qué pasó con Jorge Rodríguez, su jefe de campaña del Comando Carabobo, a quien premió con la Alcaldía de Caracas después de manejar a su favor el Consejo Nacional Electoral en la el referendo revocatorio del 2004?
¿Qué ocurrió con la campaña brasileña “Corazón Venezolano” y toda esa cursilería montada y bombardeada desde la pomposa Red de Medios Públicos para intentar girar hacia la idea de que Chávez es bueno, Chávez es Venezuela, Chávez te ama…?
¿Qué pasó con los militares quienes nada asomaron para desconocer los resultados electorales a favor de Capriles, después que lo acompañaron a él en los actos de la Patria y lo aplaudieron una y otra vez?
¿Qué decirle ahora a sus seguidores si prácticamente todo se lo gastó aquel 2 de diciembre del 2007 cuando con la frente gacha les dijo: “tengo varias horas debatiéndome en un dilema”, "no se sientan tristes ni apesadumbrados", al reconocer la derrota en el Referendo Constitucional.
De todo, todo, lo más doloroso son las palabras de Elías Jaua, su circunspecto Vicepresidente, cuando le dijo sin más ni más: “Presidente, El Flaco nos ganó”.