
No se trata de un viernes negro, sino de una semana negra en la historia contemporánea de Venezuela. No hay otra forma de calificar lo vivido entre el 8 y el 14 de noviembre, día que escribí este artículo. Comienzo por dejar muy claro que estoy contra todo tipo de especulación, para que no me acusen de ser parte de la fábula de guerra económica que revolotea en el discurso oficial. Es insólito que el gobierno quiera resolver el grave problema económico generado por ellos mismos, induciendo a acciones de barbarie como los saqueos contra comerciantes y empresarios. Y no vengan con el discurso manipulador de que estamos llamando ladrón al pueblo. Es totalmente cierto que algunos comerciantes pudieran haber caído en la peligrosa tentación de la especulación, pero no vengan a decirle al país que la inflación y la escasez es producto de las equivocaciones de esos comerciantes, y menos aún lancen la perniciosa tesis de que la participación decidida de un pueblo con ánimos de justicia, es la solución a la grave crisis que ellos mismos produjeron con sus torpes manejos económicos y políticos. Maduro sabe, aunque no lo quiera admitir, que el problema es macro.
Que la crisis es la sumatoria de un conjunto de problemas generados por un modelo socialista que se agotó y es inviable porque ha generado la devaluación de nuestra moneda, acabó con el sector productivo, motivó las invasiones, cercenó la libertad económica, causó altos niveles de inseguridad jurídica y dilapidó nuestros recursos con la regaladera de dinero y de nuestras riquezas a los “amigos”, entre otras cosas. ¡Qué daño le han hecho a nuestro país desde todo punto de vista! ¿Qué pasará cuando todas mercancías saqueadas o vendidas se acaben? ¿Habrá alguien con dos dedos de frente, venezolano o extranjero, que con todo lo que ha pasado en los últimos 15 años y más aún en esta semana negra, quiera invertir en nuestro país? Lo más probable es que no habrá quien invierta dinero para traer más mercancía ni para venderla a precios justos, ni para especular con ella. Esto generará más desempleo y miles de familias no podrán satisfacer sus necesidades más básicas.
Mientras tanto, la mayor parte de los empresarios se llevarán sus capitales a otros países donde les garanticen reglas claras en el juego económico. El peor daño es el moral, ya que el modelaje de conductas anómicas que impulsa el gobierno es nefasto. Es muy grave el ejemplo dado tan sólo por un vulgar interés electorero.
Los intereses políticos del “Madurismo” no pueden seguir prevaleciendo sobre los supremos intereses de un país que quiere paz, seguridad y trabajo. Vi con mucho dolor como algunas mujeres y hombres de la «patria» participaban en el saqueo acompañados de sus hijos, sin detenerse a pensar en el irreparable daño moral que se causan a sí mismos.
Esa es la secuela de un discurso cargado de odio y revanchismo. Nadie gana con el caos, ni gobierno, ni comerciantes, ni pobres, ni ricos; absolutamente nadie gana en escenarios de anarquía.
Con esta semana negra queda manchada la historia y el pensamiento de nuestro libertador Simón Bolívar.
Es necesario moderar el discurso y entablar un diálogo productivo, o de lo contrario estamos a las puertas de una situación muy peligrosa.



