Luego de 58 meses de gobernar entre un mar de dificultades y obstáculos, el recuento del trabajo es, no obstante, bueno y alentador. Y por eso nos atrevemos a decir que están las bases sembradas para enfilar al Zulia, a partir de ahora, hacia un destino de productividad, de crecimiento económico y de bienestar integral, que se proyectará hacia todo el país gracias a las potencialidades de la región.
Vamos a abrir senderos, defendiendo de verdad los intereses regionales, como lo hicimos antes con la Ley de Asignaciones Especiales; concluyendo la transferencia del aeropuerto, con la creación de la empresa regional de electricidad, con la administración regional de Hidrolago y con la distribución equitativa de la renta nacional, construiremos un Zulia de paz y de progreso.
A pesar de eventualidades e impedimentos, hemos mantenido el rumbo hacia la superación del modelo monoexportador petrolero. Junto con los emprendedores patriotas, continuamos entregando viviendas, rehabilitando carreteras, apuntalando el desarrollo industrial, rescatando hospitales y escuelas, consolidando los programas sociales, los beneficios laborales, los servicios.
El pueblo venezolano viene demostrando una sabiduría que hoy atrae la atención del mundo entero. Así como supo resistir los llamados a la violencia por parte de los opositores extremistas, así como reclama con justicia, pero cívicamente, acciones contra la especulación, sabrá votar guiado por la conciencia y la razón, y no por la rabia, como esperan esos mismos que, tras sus cambiantes discursos, son los causantes principales de sus males.
Los ciudadanos sabrán reconocer quiénes ofrecen un proyecto de desarrollo, contra aquellos cuyo único objetivo es satisfacer sus ambiciones personales a cualquier costo.
Entre todos lograremos, superando odios y rencores, un Zulia que sea ejemplo para que la Patria toda salga adelante, con laboriosidad alegre, con creatividad, con iniciativas novedosas: el Zulia de la paz y del progreso. La tierra del trabajo y de la esperanza cierta.