La organización Amnistía Internacional recuerda hoy en Maracaibo la "Masacre de El Calabozo", ocurrida hace 30 años en El Salvador. Este organismo, con representación en el Zulia, ha organizado una concentración para hoy viernes, 24 de agosto, en la Plaza de La República, entre las 5:30 de la tarde y las 8:00 de la noche.
Blanca Medina, representante de Amnistía Internacional Zulia, invitó a los marabinos “a formar parte de la historia recordando a los más de 200 niños, mujeres y hombres que fueron masacrados” en aquella operación ejecutada por personal militar de la nacion latinoamericana.
Resaltó que las víctimas y los sobrevivientes de la matanza aún esperan que se haga Justicia.
“Conmemoramos el 30 aniversario de aquel fatídico día que marcó de manera muy triste la historia de cientos de familias campesinas habitantes de San Vicente al norte de El Salvador, cuando miembros de las fuerzas armadas acorralaron a todas las familias que se encontraban a las orillas del río Amatitán, dispararon a mansalva y acabaron con todo lo que veían a su paso”, señala el comunicado de Amnistía.
“Treinta años después, ya es hora de poner fin a esta farsa proporcionando finalmente una reparación a sobrevivientes y familiares, y enjuiciando a los responsables de este terrible crimen”, añade.
La organización mundial asevera que el Estado de El Salvador debe reconocer públicamente su responsabilidad en la masacre, pedir disculpas e indemnizar a los sobrevivientes y familiares.
Quienes deseen asistir a la vigilia en la Plaza de La República, para manifestar su rechazo a los crímemes de lesa humanidad en todo el mundo, pueden confirmar su asistencia a través del link https://www.facebook.com/events/158499170955393/ en la pagina de Facebook de Amnistia Internacional.
Historia
A partir del 17 de agosto de 1982, en los municipios de San Esteban Catarina, Santo Domingo, San Sebastián, Santa Clara y San Lorenzo, el ejército desplegó uno de los mayores operativos militares realizados en esa región, en el que participaron unos 4.000 soldados.
Esta operación contrainsurgente se denominó “Teniente Coronel Mario Azenón Palma” y participaron algunos de los batallones élites de reacción inmediata como el Atlacatl, Ramón Belloso y Atonal, así como tropas del destacamento militar Número 2 y la Quinta Brigada de Infantería, entre otros.
Como era usual, en aquella época y ante los sendos operativos militares, la guerrilla estratégicamente se replegaba y no ofrecía mayor combate, por lo que los soldados concentraban su accionar persiguiendo a la población civil, que huía despavorida por el ataque de artillería y los bombardeos aéreos. Eran miles de mujeres, ancianos, jóvenes y niños que abandonaban sus viviendas y trataban de salvarse buscando refugio en montes y ríos.
Estas huidas eran conocidas como “guindas” y eran numerosas las familias que en el afán de sobrevivir marchaban en grupos a paso lento y provocaba que muchas personas se rezagaran o se perdieran en el trayecto, tomando rumbos diferentes con el objetivo de burlar el cerco militar.
El 22 de agosto de 1982, en horas de la mañana, soldados del tenebroso, pero ya desaparecido Batallón Atlacatl, alcanzaron a un grupo de civiles en las riberas del río Amatitán, específicamente en el punto conocido como El Calabozo y ahí asesinaron a las más de 200 personas con barbarie y luego quemaron decenas de cadáveres.
Esta matanza fue reivindicada por el ejército como un “éxito militar”, pues habrían ocasionado “numerosas bajas a los terroristas”, de acuerdo a los reportes de la época y reflejada en los periódicos de mayor circulación, que se abstenían de investigar la veracidad de los informes.
El “Diario de Hoy”, con fecha del 25 de agosto de 1982, en su página cuatro, informaba sobre este operativo militar de la siguiente manara: “Como un rotundo éxito para la Fuerza Armada, fue calificada en fuentes oficiales la operación “Tte. Cnel. Mario Alberto Azenón Palma”, que terminó ayer en el norte de San Vicente (…) La acción militar, dijo una fuente del Comité de Prensa de la Fuerza Armada (COPREFA), tenía como objetivos la búsqueda, localización y destrucción de campamentos y reductos terrorista”.
Por supuesto, que medios como este, nunca verificaron el informe de las fuentes oficiales y siempre los daban por ciertos.
En 1992, cuando la guerra ya había finalizado, el Comité “Madeleine Lagadec” presentó un amplio reporte debidamente documentado ante la Comisión de la Verdad, que incluyó en su informe público y confirmó la masacre, basada en una gran cantidad de pruebas testimoniales que permitían una reconstrucción objetiva de los sucesos ocurridos en El Calabozo en 1982.
Los testimonios de las personas que sobrevivieron a esta matanza son espeluznantes y han quedado debidamente registrados y compilados en el libro Masacres. Así por ejemplo, tenemos la versión de Raúl González Arévalo, quien en ese tiempo era un niño de apenas unos 10 años y quien en su testimonio cuenta que “estaba viviendo en el caserío Palo Grande, municipio de Santa Clara, San Vicente, cuando hubo la masacre en El Calabozo”.
Raúl relata que “ese 22 de agosto, a las siete de la mañana, la población civil de Amatitán Abajo y Palo Grande, aproximadamente unas 300 personas, huyeron bajando hacia el río Calabozo. Nosotros podíamos ver los soldados llegando, porque el caserío está al lado del río. Cuando los soldados se dieron cuenta que la población se había salido del caserío bajaron al río. Cuando nos encontraron, nos recogieron y nos forzaron a formar filas; la quebrada estaba llena de gente, nos acusaron de ser subversivos, aunque éramos civiles, y nos dijeron que nos iban a matar. Colocaron cuatro ametralladoras en la quebrada. Los soldados que tenían las ametralladoras comenzaron a rafaguear y los que no tenían empezaron a rafaguear con fusiles. Yo estaba en medio de la gente junto a mi hermano Cruz Arévalo, de ocho años. Cuando los soldados comenzaron a ametrallar, cayó mi hermano, yo me caí al lado de él aunque no estaba herido”.
Testimonios de numerosos supervivientes de la masacre relatan que luego de masacrar a las más de doscientas personas civiles, los soldados apilaron a un gran número de cadáveres y les prendieron fuego, otros fueron devorados por zopilotes y otros animales de rapiña.
Sobre este caso, la Comisión de la Verdad presentó el 15 de marzo de 1993, un informe al Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, en el que en una de sus partes decía : “Existen pruebas suficientes de que el 22 de agosto de 1982, efectivos del Batallón Atlacatl dieron muerte deliberadamente a más de doscientos civiles, hombres, mujeres y niños, que habían apresado sin resistencia”.
A pesar de las comprobadas denuncias sobre La Masacre de El Calabozo, este hecho como muchos otros en el país, está en la total impunidad y las víctimas y sus familiares aún esperan que se haga justicia.
Redacción diariorepublica.com