
Argentina celebra hoy elecciones legislativas de medio término cruciales. Unos 36 millones de ciudadanos están convocados a las urnas para renovar parte del Congreso, unos comicios que podrían reconfigurar las mayorías parlamentarias y, con ello, determinar la viabilidad del ambicioso programa de reformas del presidente ultraliberal Javier Milei.
La jornada electoral, que se desarrolla en medio de un clima de notable inestabilidad económica y cambiaria, se ha convertido en una prueba decisiva para el Gobierno. La administración de Milei incluso ha sido respaldada por un inédito «salvavidas financiero» de Estados Unidos, que el presidente Donald Trump habría condicionado a un resultado favorable para su aliado.
Los centros de votación abrieron a primera hora de este domingo. Los comicios cerrarán a las 18:00 locales (22:00 CET), y se espera que los primeros resultados oficiales comiencen a divulgarse a partir de las 21:00.
La Batalla por la legislatura
El principal objetivo de estos comicios para el oficialismo es asegurar una representación legislativa que permita al presidente sostener sus decretos de necesidad y urgencia e impulsar reformas estructurales clave —especialmente las de carácter impositivo, laboral y de pensiones— que deben marcar la segunda mitad de su mandato.
Consciente del desafío, Milei fijó la meta durante el cierre de campaña: un buen resultado «es el que me permita conseguir el tercio [de los escaños] para defender las medidas del gobierno». Su pequeña formación, La Libertad Avanza (LLA), parte desde una base muy baja: actualmente cuenta con solo 37 de 257 diputados y 6 de 72 senadores. Para obtener poder real, LLA necesita sumar significativamente y forjar alianzas estables de centroderecha que le permitan contrarrestar al principal bloque opositor: el peronismo de centroizquierda.
El presidente ha buscado bajar las expectativas sobre los tiempos de su gestión, declarando el pasado martes: «Usted no puede arreglar en 20 meses cien años de decadencia».
Un electorado profundamente polarizado
La campaña ha expuesto la aguda polarización que divide a la sociedad argentina, ilustrada vívidamente en la capital. En Puerto Madero, el distrito financiero, la empresaria Fernanda Díaz, de 42 años, reporta que «todos están contentos con cómo van las cosas», celebrando las políticas de desregulación cambiaria y los esfuerzos por atraer inversión extranjera.
Sin embargo, a corta distancia, al otro lado del Riachuelo, la realidad es diametralmente opuesta. Verónica Leguizamón, de 34 años, describe la dura situación de su despensa casi vacía: «Antes, podíamos elegir qué cocinar. Ahora dependemos de otros para saber si comeremos o no». La disparidad entre estos barrios porteños subraya la tensión económica que impulsa el voto de hoy.
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