En esta nueva etapa de la sociedad venezolana y del mundo en general, han surgido muchos temas donde la mujer juega un papel importantísimo, por su desempeño y su capacidad de desenvolverse al momento de tomar decisiones, especialmente en materia de derechos humanos y la defensa de género, por lo que conoceremos a Anggie Thamar Hernández Palmar, quien a sus 36 años de edad, es estudiante del V semestre de Ciencias Políticas en la Universidad Rafael Urdaneta, activista político – social de la región.
Hernández habla inglés y español, lee perfectamente el wayúu y aún practica con la familia. Ha participado en varios encuentros internacionales en representación de Venezuela y su querido estado Zulia. Se define como proactiva, creativa, pero especialmente disciplinada y de espíritu innovador.
Sobre este tema y otros más conversaremos con esta joven revolucionaria de los derechos humanos, defensora de la tierra y sus pueblos indígenas, quien ha sido representante de los Wuayuu y otras etnias en Europa, EE. UU y América Latina. “Para nosotros los indígenas no existen fronteras entre Venezuela y Colombia, la tierra es una sola, es “La Tierra del Sol Grande”, dijo.
Anggie Hernández es la segunda de 4 hermanos, hijos de padres indígenas y luchadores sociales. Su mamá fue asesora del Ministerio de Educación en el plan de estudios conocido como Educación Intercultural Bilingüe, a quien además considera una modelo a seguir. Sus hermanos son todos universitarios, dos estudian en las áreas de la ingeniería Industrial y electrónica y David es periodista, convertido en el primer cineasta, productor y curador wayúu venezolano en llegar al cine internacional.
Fue colaboradora del Instituto Municipal de la Mujer e Igualdad de Género de la Alcaldía de Maracaibo, organismo creado con el fin de reivindicar los derechos de las mujeres del municipio a una vida libre de violencia, donde en la actualidad se desarrolla el programa Código Violeta que se maneja desde la dirección de Desarrollo Social de la Alcaldía de Maracaibo.
Nos comenta que “el programa surge simultáneamente y se agiliza su creación a raíz de la pandemia por el Covid_19, la cual desgraciadamente ha servido de emboscada perfecta para que el machismo desenfrenado agrediera a su víctima las 24 horas del día, con vejaciones graves contra una mujer enjaulada en su propio hogar y entorno familiar”.
Relató que hasta el año pasado el Zulia se encontraba en primer lugar en el índice de violaciones y agresiones en contra de la mujer y las instituciones nunca habían estado preparadas para este tema.
Explica que fue necesario que los entes gubernamentales que ejercen justicia unificaran criterios y protocolos a favor de la protección de la mujer ante su agresor. Sobre el Código Violeta dice que llegó en un momento difícil en su vida, “desde allí entendí que la vida no era perfecta, aprendí a elevar mi autoestima y levantarme de nuevo” comenta.
Asegura que durante el proceso de formación que recibió en conjunto al personal del Instituto Municipal de la Mujer en colaboración con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) en Venezuela, identificaron al hombre maracaibero como muy internalizado hacía el machismo, partiendo desde lo primordial – su forma de hablar hasta en los tratos más simples o comunes – “El tono de voz imponente por encima de la mujer es señal de machismo y ese es apenas el principio, esta sociedad lo tiene tan normalizado que la dan una connotación cultural, que viene de generación en generación internalizado en la mayoría de las familias maracaiberas”.
Explica que hoy día existe un violentómetro para medir esas acciones y empieza principalmente analizando el tono de voz donde se evidencia el interés de imponerse ante las mujeres, subestimando ideas, anulando sus sentimientos y expresiones, argumentar «mi alma ella está loca» por reclamar atención o declaración de un hecho, aplicar el gaslighting (es un tipo de manipulación muy usado en las relaciones tóxicas de pareja) como frecuentemente vemos en las relaciones de pareja que van en camino hacia el maltrato.
Ésta empoderada mujer tiene su propia línea de cosméticos artesanales llamada Iiwa (que en wayúu significa Primavera), creados con aceites vírgenes, hierbas aromáticas y aceites esenciales de su etnia, cuyo propósito principal es el cuidado de la piel y el medio ambiente. Iniciativa que surgió debido a la escasez de productos cosméticos y de uso diario por la crisis económica del país.
Esta activista y polifacética mujer, estudió Trabajo Social en la Universidad de la Habana, Cuba, alcanzando el 3er lugar en Materia de Derecho Civil y Familia con el “Caso de los Niños Indígenas que trabajan en el Relleno Sanitario del estado Zulia”. Participó en el Foro Permanente de los Pueblos Indígenas en la Organización de los Estados Americanos (2012 y 2013). Además fue invitada como observadora ante la OEA, con la propuesta por parte del Estado Plurinacional de Bolivia, referente a la Seguridad y Soberanía Alimentaria para las Américas año 2012.
Participó en la V Sesión de Mecanismo de Expertos para los Pueblos indígenas año 2012 en Naciones Unidas, (Ginebra), realizando las sugerencias ante el Estado venezolano y el Relator Especial, de un informe único recopilado por todos los pueblos indígenas de Venezuela, citando el compromiso del Gobierno y el papel importantísimo de ser pioneros, impulsores y promover en adoptar la declaración de los derechos de los pueblos indígenas en el Estado y en todo el mundo.
Reconoce el papel del expresidente Hugo Chávez en materia de derechos humanos, a favor de las etnias que están establecidas en nuestro territorio. “Fue a partir de la nueva Constitución cuando se establecieron los derechos de los pueblos indígenas en el país”, siendo el primer en adoptarlos en su Constitución.
Colaboró en la Fundación Wayuunaiki como coordinadora de Proyectos y Mejoras para los pueblos indígenas. Actualmente es miembro activo de la Asociación Civil Woumain Waneesia como Administradora y Tesorera. También asiste en la comunidad de Wayuumana, la cual se encuentra en el municipio Mara, dictando talleres de Derechos de Pueblos Indígenas y su territorio.
Laboró en el Hospital Universitario de Maracaibo (HUM) promoviendo el consumo de alimentos tradicionales indígenas e incorporando otros menús típicos y tradicionales del wayúu a la dieta de los pacientes. Forma parte de la Junta directiva de la Fundación Casa del Abuelo de la Gobernación del Zulia, la cual la llevó a reencontrarse con la niñez por el gran amor hacia sus abuelos, los cuales aún tiene vivos. “Desde allí ayudamos y atendemos a los adultos mayores en situación de abandono o vulnerabilidad social”, manifestó.
Es fiel admiradora de Berta Cáceres Flores (ex activista hondureña) y otras luchadoras sociales internacionales, como Rigoberta Menchú, Manuelita Sáenz, Las Hermanas Mirabal, Bartolina Sisa, entre otras figuras femeninas regionales, como Nohelí Pocaterra, Apacuana, Juana Ramírez (La Avanzadora), Ana María Campos. etc.
En este momento Anggie entre sonrisas – dijo reencontrarse con su profesión y está 24/ 7 («24 horas al día, 7 días a la semana») con su carretera de Ciencias Políticas y a la orden de cualquier otra oportunidad que la vida le presente. “No evado el pasado, gozo del presente y me preparo para el futuro”.
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Via Nota Prensa/Diario Republica