La violencia asesina, los secuestros y las extorsiones llevan a los ciudadanos a mantenerse en estados de alertas que minan su salud física y mental. Muchos practican sin saberlo la llamada “conciencia situacional” solamente estudiada por militares para defenderse en territorios hostiles. Desequilibrios psicológicos podrían desarrollarse sin sospechas.
Los militares en guerra suelen estar entrenados para detectar posibles amenazas en un pestañeo, diseñar estrategias de seguridad en tiempos récord y tomar decisiones clave para preservar la vida en los momentos más peligrosos. Los civiles venezolanos parecen haber comenzado ese entrenamiento sin ser militares y con total desconocimiento.
La violencia asesina en el país, que en 2011 alcanzó la exorbitante cifra de 19 mil asesinatos según el Observatorio Venezolano de la Violencia, es el escenario que pulsa esa estructura mental.
En el ámbito militar esa condición de percepción de riesgos y anticipación de soluciones es conocida como “conciencia situacional”, una actividad altamente estudiada por expertos en inteligencia y piscología y que se circunscribe especialmente a duros entrenamientos de tropas, grupos tácticos especiales, pilotos y controladores aéreos, personas que deben manejar constantemente altos grados de estrés.
Sin embargo, en Venezuela, cualquier ciudadano común, desde un chofer de taxi, hasta un ama de casa parece haber llegado inconscientemente a algún grado de la conciencia situacional, o al menos así lo demuestra el pensamiento generalizado de las encuestas de los últimos años que exponen a la inseguridad como el primer problema del país.
Los altos niveles de inseguridad han llevado al ciudadano a pensar como un militar en guerra. Aunque no se puede afirmar que se trate de la mayoría, el común denominador advierte que cualquier persona entra en constante estrés solo con salir de su residencia.
Y entonces se activa una estructura mental de defensa. Observación de posibles amenazas, (alguien desconocido y sospechoso cerca o rondando), distancias (cercanía o lejanía del lugar más seguro), tiempo (lo que tardaría en lograr salir o entrar a un espacio o vehículo), y hasta muy fugazmente logran estructurar posibles reacciones si el peligro los sorprende, (qué dirían, cómo se calmarían, si hablarían, incluso si atacarían). De tales situaciones suelen desprenderse entonces las muertes por resistencia al robo, o sencillamente los robos sin víctimas.
Alerta peligroso
La “conciencia situacional”, aunque de forma muy primitiva e intuitiva cobra fuerza en la conducta del ciudadano común, pero, ¿es esto normal y beneficioso?
Leoncio Pinto, sociólogo de la Universidad del Zulia, explicó que la propia criminalidad ha llevado al venezolano a caer en patrones desequilibrados del pensamiento. “Es una paranoia colectiva”, dice el experto.
Y ese mismo carácter general se debe precisamente a la angustia y la incertidumbre del venezolano que no sabe lo que pueda ocurrir con su vida. “Entonces comenzamos a evaluar ciertas variables que nos lleven a preservar la vida y a proteger a los nuestros, claro está no de la manera profesional como lo haría un militar especializado, lo hacemos de una forma intuitiva”, detalló el catedrático.
“Vamos camino, en el corto plazo, a una sociedad muy afectada psicológicamente. Predominará la violencia, el abuso y la depresión, pocos deseos de superación y más consumo de drogas”.
Nadia Portillo, psicóloga de la Universidad Rafael Urdaneta
Pinto advirtió que esa misma paranoia nos lleva comportarnos con temores y siempre enfocar las atenciones a mirar los alrededores, esconderse antes cualquier señal de riesgo, pero no es más que una respuesta de adaptabilidad al entorno criminal que arropa al venezolano.
“Gobierno y oposición deben, de una vez por todas, sacar el tema de la inseguridad del ámbito electoral”, agregó el experto. Es la única forma, según el catedrático, de ver el conflicto como un elemento estructural donde deben aplicarse políticas pensadas.
La sociedad deprimida
Nadia Portillo, psicóloga de la Universidad Rafael Urdaneta, afirma que la violencia ha llevado al venezolano a ser menos tolerante ante cualquier situación, pero también muchos han adoptado conductas retrotraídas como un patrón que asumen como normal en sus vidas.
“Muchos se han deprimido y han dejado de hacer las actividades que hacían y están sumergidos en una situación muy limitante. Otros se han tornado extremadamente agresivos”, expuso la especialista. Dos conductas asumidas que parten de los hechos violentos que nos rodean.
El dominio de la criminalidad en las esferas de la vida del venezolano, desde sus salidas a la calle, hasta el acaparamiento de los temas de conversación y el dolor o el temor por hechos vividos ha llevado a un preocupante escenario: “Hay un repunte de casos de bipolaridad preocupante en Venezuela, y es en todas la edades, los estudios ya lo demuestran”, dijo Portillo.
“Vamos camino, en el corto plazo, a una sociedad muy afectada psicológicamente. Predominará la violencia, el abuso y la depresión, pocos deseos de superación y más consumo de drogas”, agregó.
Así opera la mente bajo amenaza
Mica Endsley, investigadora de factores humanos de la Universidad del Sur de California y de la Universidad Tecnológica de Texas, ha definido claramente lo que es la conciencia situacional y sus tres niveles primordiales de atención.
“Gobierno y oposición deben, de una vez por todas, sacar el tema de la inseguridad del ámbito electoral”
Leoncio Pinto, sociólogo de la Universidad del Zulia
Según Endsley la primera fase es la Percepción: que involucra evidencias, y un reconocimiento básico del terreno donde se esté inmerso. La segunda es la llamada Comprensión: destinada a englobar cada uno de los elementos circundantes para interpretar lo que está ocurriendo, y en último término, la Proyección: donde el individuo es capaz de mentalizarse frente a los posibles y o probables acontecimientos, salidas, soluciones, modos de ejecución.
Scott Stewart, experto en inteligencia táctica y formación de quipos especiales para seguridad diplomática en el Departamento de Estado de los Estados Unidos, sostiene que la “Conciencia Situacional” en cuanto a la preparación no debe ser concebida como una “paranoia”, afirma que nadie puede estar en constante estado de “alerta” . “Ese nivel solo puede mantenerse por periodos muy breves antes de agotarse”.
Y subraya que la esperanza “irracional” de un peligro latente a cada minuto no debe ser tomada como un estilo de vida. Pero la diferencia es que, en Venezuela, ese esquema mental toma fuerza minuto a minuto con el desborde de una violencia reconocida abiertamente por tirios y troyanos.
Por: Carlos Moreno
Twitter: @carlosmoreno1