Desde el pasado 14 de marzo, con el anuncio del estado de alarma, los residentes en España viven confinados en sus casas. La medida, que en principio se alargará hasta el 26 de abril, busca reducir el número de contactos que cada uno de nosotros tiene a diario.
El objetivo es poder disminuir el número reproductivo del virus, es decir, la media de personas que cada contagiado puede llegar a infectar, y no colapsar así el sistema sanitario. En definitiva, aplanar la curva de la que tanto hemos oído hablar.
Una persona tiene decenas de contactos diarios. Gente con la que coincide en casa, en el trabajo o en el metro. En los días que dura la enfermedad, eso significa cientos de posibles contagios, reseñó El País.
Si una persona está infectada (aunque no tenga síntomas) y hace vida normal, todos sus contactos están en riesgo de ser contagiadas.
La infección del COVID-19 en Europa tiene un número reproductivo básico (R0) cercano a 3. Ese número mide el potencial de transmisión del virus. En ausencia de medidas, cada infectado contagia de media a 3 personas.
Cada nuevo enfermo contagia a otras 3 personas. La cadena de contagio sube a 12 enfermos en un paso más.
Si no se toman medidas y se mantiene ese R0 de 3 contagios por persona, en tres pasos más llegaríamos a tener 120 contagiados y el contagio continuaría exponencialmente.
El objetivo es bajar ese ritmo reproductivo. Y para eso se toman medidas de distanciamiento social y confinamiento. Si esas dos personas bajan a un número reproductivo de 2, se contagian 46 personas.
Cuando el R0 es cercano a 1 el brote deja de crecer exponencialmente. Cada infectado contagia solo a otra persona y los infectados tienden a ser constantes, reduciéndose a 6 contagiados. Eso evita que el sistema sanitario se colapse.
El escenario ideal es bajar el R0 de 1. Entonces el brote tiende a extinguirse porque en cada ciclo hay menos infectados en lugar de más.
Bajar ese número reproductivo es lo que persiguen las medidas de confinamiento que estamos sufriendo: queremos limitar los contactos para frenar la cadena de contagios.
Este estudio del MIT, liderado por el español Esteban Moro, muestra los efectos que han tenido las medidas de distanciamiento en Nueva York, como el cierre de colegios o la orden de quedarse en casa: el número de contactos fuera del hogar se ha reducido de unos 75 diarios por persona a apenas 5.
Vía Globovisión/www.diariorepublica.com