Aunque el término sea mal percibido, asociándose muchas veces con demencia irreversible, el trastorno bipolar (TB) no es locura y hoy en día puede ser controlado mediante diversos tratamientos. El psiquiatra, Manuel Ortega, explica que esta afección se caracteriza por alteraciones del humor y manifestación de episodios recurrentes de depresión y/o euforia, que surgen por el desequilibrio de ciertos neurotransmisores de nuestro sistema nervioso central.
Cifras indican que esta condición neuropsiquiátrica ocurre entre el 1% y 5% de la población mundial, por lo que representa una enfermedad importante; y no sólo por su incidencia sino por su condición hereditaria. “En este sentido, la herencia es múltiple ya que no hay un gen de la bipolaridad, sino un conjunto de alteraciones genéticas que sumadas se traducen en un grado de vulnerabilidad de padecer de TB”, aclara el doctor Ortega.
Suele afectar una de las etapas más productivas del ser humano, ya que generalmente se inicia entre los 16 y 23 años, por lo cual el diagnóstico precoz de la bipolaridad está en sintonía con la mejor calidad de vida del paciente. Asimismo, el médico tratante debe evaluar no sólo los síntomas manifestados sino los antecedentes familiares, sobre todo de depresión y otros signos de alertas presentes en patologías similares que puedan retardar la detección del TB; de hecho, dar con el diagnóstico correcto de bipolaridad pueda tardar hasta 6 años.
Los criterios de diagnóstico pueden determinar si un paciente es bipolar tipo I, con la presencia de episodios de manía, que se manifiestan mediante conductas aceleradas y eufóricas; o tipo II, con eventos de depresión y episodios de hipomanía, la cual se puede presentar con desmotivación laboral y desinterés por el cuidado personal. Para ambos casos existen diversas opciones farmacológicas que les devuelven a estas personas su estabilidad emocional.
Psicoterapias y el éxito de pacientes con TB
La doctora Gioconda Medrano, también especializada en el área de psiquiatría, menciona que una vez controlados los síntomas del TB por medio de farmacología, el paso a seguir es retomar la estabilidad funcional y la adherencia al tratamiento del paciente, para que pueda reintegrarse a la sociedad; “lo cual podemos conseguir con el apoyo psicoterapéutico, a través de las intervenciones psicosociales”.
Existen diversos tipos de intervenciones psicosociales: la psicoeducación individual o grupal; la terapia centrada en la familia, la psicoterapia cognitivo- conductual (incluida desde 2004 en las guías terapéuticas para el manejo de pacientes con depresión), la psicoterapia interpersonal y de ritmo social, y todos los programas asociados a la reinserción social. El objetivo de estas intervenciones es crear en el paciente y en su grupo familiar la conciencia de enfermedad, evitar o disminuir la posibilidad de recaídas y el número de hospitalizaciones, en fin buscan mejorar la calidad de vida del paciente y su entorno.
“Ser regular con este tipo de asistencias complementarias es fundamental para el éxito en el control de pacientes con TB. No podemos desligar el tratamiento farmacológico de la psicoterapia, pues su combinación garantiza una mejoría notable”, agregó la especialista.
Ambos galenos coincidieron en que los avances de la ciencia han optimizado el conocimiento del gremio psiquiátrico, traduciéndose esto en un mejor escenario para el diagnóstico temprano de una enfermedad que anteriormente era sub diagnosticada.
Vía Informe21.com