Frente a frente se encontraron en la sede del Cicpc, la mañana de este martes 14 de abril, el padre Eleuterio Cueva y la madre de uno de los tres delincuentes que robaron al sacerdote este lunes.
La señora fue vecina de la familia Cueva en el barrio La Chinita, de la parroquia Cristo de Aranza. “Me mudé porque no aguantaba los sustos que mi hijo Melvin me daba. Él se metió en ese mundo y más nunca me escuchó”, dijo la mujer, de apellido Perea, al padre Eleuterio y a su hermana Zaida. Ambos fueron sometidos por dos de los tres “robacasas”. Melvin, según ha trascendido, “se quedó cerca de una panificadora, como ‘cantando’ la zona”.
“Padre Eleuterio, usted bautizó a mi muchacho”, le expresó llorando la madre al sacerdote. “Estoy muy apenada con usted”, remató.
Perea con la voz entrecortada se dirigió a Zaida: “Señora, tengo tres dolores en el pecho. Como madre porque perdí físicamente a mi hijo; el dolor moral… yo no crié a Melvin así y la pena de que haya entrado a la casa del padre”.
Los hermanos Cueva trataron de tranquilizar a la mujer. “Esas son las angustias que causan en el corazón de una madre quien desvía su camino. Ese es un gran daño que deja el delincuente”, reflexiona el sacerdote.
A las 5:00 de la mañana de este lunes 13 de abril entraron dos hampones a la vivienda de Cueva, quien fue párroco de la Basílica por más de 15 años.
Para él y su hermana es la primera vez que experimentan una situación como esta. “He vivido en San Francisco, Cuatricentenario, al norte de Maracaibo… y nunca me habían robado”, afirma quien lleva hoy las riendas del centro de atención misionera San Francisco de Asís, ubicado en el sector Lo de Doria, vía a Lossada.
Los dos hampones lograron entrar y llegaron al cuarto de Zaida. “Uno me dio un ‘jalón’ en el cabello, para luego atarme de piernas y dejarme en la cama no sin antes echarme encima la ropa que había lavado y que pensaba planchar. Luego fueron a la habitación de mi hermano y escuchaba que lo llevaban de un lado para otro buscando cosas para llevarse”.
Zaida dice que cuando se cercioró de que los dos “malandros” estaban con Eleuterio empezó a moverse para quitarse “el ropero” y ver cómo zafarse.
Logro sentarse en la cama y vio en la peinadora unas tijeras con las que cortó la tela que le colocaron para inmovilizarla. Salió del cuarto, agarró sus llaves y sin hacer ruido se fue hasta el patio. Trancó la puerta y llegó hasta un callejón lateral para tratar de pedir ayuda. Pensó en encender hasta unos fuegos artificiales para llamar la atención de sus vecinos.
Ya había pasado más de media hora y vio al padre dirigirse hasta la puerta del frente con los ‘robacasas’. “Ya se iban, le quitaron las llaves a Eleuterio y yo grité: ‘Ya yo avisé al policía que es vecino’ y los dos echaron a correr”, narra Zaida.
“Se le llevaron varias cosas de mi hermano y cuando yo fui a la cocina vi que robaron el pollo –con el que dije haría un consomé– y unos huevos”, dijo la hermana de Eleuterio, quien es enfermera de 68 años.
La comunidad se enteró y la información del robo llegó a oídos de las autoridades. A la 1:20 pm del mismo lunes 13-A uno de los tres asaltantes fue neutralizado al caerse a tiros con funcionarios de las Faes-Eje Zulia en “Haticos II”. Lo identificaron como Melvin José Parra y dijeron que pertenecía a la banda “El Gatico Glock”.
Al padre le robaron su teléfono celular y equipos de trabajo. Entre las evidencias, las Faes dijo que a Parra le hallaron «varios crucifijos y una imagen de la Chinita».
“Me duele lo que pasó y me conmovió ver y hablar con la mamá de ese hombre”, agrega el sacerdote. “Ella repetía que se había desviado y que había dejado 4 niños. Se sentía muy apenada”.
Vía Panorama/www.diariorepublica.com