
El robo de un chip de teléfono desencadenó la muerte de dos personas en el barrio Santa Fe II, parroquia Los Cortijos de San Francisco, y lo más triste de todo es que ambas víctimas no tenían nada que ver con ese robo.
El primero en caer fue Mauricio Júnior Gámez Castillo, de 25 años, quien llegó en compañía de un amigo al restaurant Tasca El Rincón de Cali, ubicado en la calle 17 del barrio Santa Fe II. Allí se encontraron con Jairo Rivas, apodado “Pelo e bollo” y Javier, alias “El Marihuana”, quienes presuntamente le habían robado el chip al amigo de Mauricio.
En ese lugar se formó una riña. “Pelo e Bollo” sacó a relucir una escopeta y disparó contra Mauricio y su amigo. El comerciante fue quien se llevó la peor parte, tras recibir el disparo en la mandíbula.
Tras este hecho fue auxiliado y trasladado en un bus al CDI del Caujaro, donde falleció a los pocos minutos de su ingreso, mientras que sus asesinos huyeron del lugar, y el encargado del local aprovechó para sacar todas las bebidas que allí se expendían.
Los familiares de Mauricio, al enterarse del hecho, acudieron al CDI y al llegar encontraron el cadáver tirado. Por sus tradiciones wayuu decidieron agarrar el cadáver y llevárselo hasta su casa, en la calle 12 del barrio Santa Fe I.
Un grupo familiar de Mauricio decidió tomar la justicia por sus propias manos y fue en búsquedade Jairo “Pelo e Bollo”. Preguntaron y dieron con la vivienda del presunto asesino, quien le habría disparado al joven comerciante.
La venganza
Un grupo de al menos 20 hombres llegaron en motos y en una camioneta Bronco color blanco a la calle 14 con avenida 49F del barrio Santa Fe II. Entraron a la fuerza y sacaron a los presentes.
Un curioso señaló que los hombres hicieron varios disparos al aire y preguntaban por “el varón”. Sacaron a Yelitza Rivas y se quedaron con David Samuel Rivas Rivas, de 15 años, hermano menor de Jairo. Tras unos minutos le dispararon y luego le prendieron fuego a la humilde vivienda construida de latas.
Algunos vecinos señalaron que el joven estaba vivo cuando se quemaba la vivienda, porque dicen haber escuchado unos gritos. El cuerpo del adolescente quedó entre unas láminas de zinc completamente carbonizado.
Allegados a la víctima reconocieron los malos pasos de Jairo y aseguraron que ya él no vivía ahí desde hace unos años, cuando se mudó con su esposa.
Al parecer el presunto asesino se acercó hasta la casa de su madre y observó cuando los funcionarios del Cuerpo de Bomberos de San Francisco apagaban el incendio. Juró vengarse de los verdugos de su hermano menor.
Sabuesos del Eje de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) acudieron a las escenas donde se suscitaron los crímenes, realizaron las experticias y colectaron evidencias de interés criminalístico.
Sobre las víctimas
Los cadáveres de David y Mauricio fueron llevados a la morgue de Maracaibo. El primero de ellos estaba totalmente carbonizado y el segundo estaba envuelto en un chinchorro, el cual fuer cargado por las mujeres de la familia, manteniendo las tradiciones wayuu.
Familiares de Mauricio destacaron que el joven era comerciante y que le gustaba la vida nocturna. Es por ello que se encontraba tomando con unos amigos, que hasta ahora no aparecen, desde el domingo en horas de la noche.
Señalaron que este joven estaba soltero, no tenía hijos, residía con su madre y que era el menor de cuatro hermanos.
Con relación a David Samuel, se conoció que estudiaba tercer año de bachillerato, asistía a una iglesia cristiana del sector, era el menor de cinco hermanos, y fue descrito como un joven sano, tranquilo, que hacía los mandados a los vecinos para ganarse algo de dinero.
Vía NAD/www.diariorepublica.com