El decreto de zona de interés turístico para el casco histórico de Maracaibo será publicado, este domingo, luego de su firma por el presidente de la república, Nicolás Maduro, a propósito de los 484 años de fundación de la ciudad. La revelación la hizo el presidente del Centro Rafael Urdaneta (CRU), Leonardo Monsalve, uno de los entes involucrados en la preservación del patrimonio edificado de la ciudad.
El área, según explica Monsalve, incluye “áreas parciales de tres parroquias, Chiquinquirá, Bolívar y Santa Lucía”, e involucra “un cambio del uso de los terrenos que pasan a ser de interés turístico”.
“Se trata de una oportunidad única para la ciudad, porque esta denominación cambia la visión que se tiene. Con esto ahora se busca que el centro de la ciudad pase de privilegiar el intercambio comercial por el cultural y turístico”, afirma Monsalve.
Pero, cambiar la “visión” del centro de Maracaibo —y con él, el de todos sus problemas— no parece tarea sencilla. El arquitecto experto en patrimonio, Pedro Romero, cree que lo más importante es “la definición de un plan turístico integral, que involucre a todos los sectores. Pero, fundamentalmente, al privado, y que arranca con el registro de todo el patrimonio cultural y natural”.
Romero pone como ejemplo la transformación del Centro Histórico de Quito, declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés) en 1978.
“Hay que olvidar el continuo error de que todo patrimonio debe ser de uso público y cultural, y entender que se debe compartir con el sector privado (…). Aquí hay experiencias como las del Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez y el Teatro Baralt que se han convertido en fundaciones y con sus actividades generan recursos para su mantenimiento”, añade.
Romero sugiere, incluso, que el Palacio de Los Cóndores (sede de la gobernación del Zulia) “se deje como asiento del despacho del gobernador pero se mude de allí la actividad administrativa que ha desbordado el edificio”.
Monsalve coincide con Romero en la invitación al sector privado y afirma que para iniciar cualquier plan de rescate del centro histórico “es necesario reubicar a los casi cinco mil comerciantes informales del centro”. El CRU ya tiene un proyecto de adecuación de tres primeros edificios como centros comerciales populares: el Rafael María Baralt, en el antiguo edificio de Beco; el MacGregor, en el edificio del mismo nombre, y el Rafael Urdaneta, en el antiguo “comedor del atleta”. La reubicación arranca con 800.
Incluye, además en los planes, la instalación de centros de atención al ciudadano. “La idea a largo plazo es el repoblamiento del centro, un plan ambicioso que pretende rescatar terrenos sin uso luego del ‘urbanicidio’ del primer gobierno de Rafael Caldera”, explica el presidente del CRU.
Hilda González, quien vive en la parroquia Idelfonso Vásquez, visita el centro de la ciudad con frecuencia. “Una sola vez se me hizo de noche y salí en taxi, con mucho miedo, porque es oscuro, solo”. Afirma que “la actividad cultural debe ponerse primero que la comercial porque eso es lo que atrae al turismo, la gente que viene a conocer cómo somos los marabinos”.
Romero cree en la simbiosis entre lo comercial y lo cultural. Y hacia allá también apunta Monsalve. “Rehabilitar el hotel Victoria, instalar otro en el edificio Tito Abbo, e instalar un café en el edificio ‘Las Mercedes’ (frente al convento”, son algunas de las ideas del CRU. Ya se invierten Bs. 23 millones en el “Paseo Los Libertadores”, antiguo Ciencias.
Que existan bares y discotecas en el centro no colisiona con el desarrollo turístico, pero bajo el concepto de lo novedoso y lo bien planificado. “Lo que sí debe hacerse es atraer con incentivos al sector privado. Pasa en la calle Carabobo, donde hay buenos ejemplos de negocios rentables”, dice Romero.
Tomado de Panorama