La ira es una de las emociones más destructivas. Arruina relaciones, intimida a colegas de trabajo y genera sentimientos negativos. Por eso, es sorprendente que muchas veces sea un tema al que se lo pase por alto.
Sin embargo, llegado a un determinado punto, mucha gente enojada cae en la cuenta de que debe comenzar a cambiar su estrategia. Y comienzan a percibir la ira como lo que realmente es. Pero la contracara de su supuesta utilidad nos enseña que enojarse es poco realista, poco práctico e insalubre. Es poco realista, porque tu enojo no va a hacer que otros cambien sin importar cuánto pienses que deban hacerlo. Es poco práctico porque la ira de una sola persona es nada comparada con las injusticias del mundo. Y es insalubre porque el malestar que sientes luego es un estado de estrés con efectos nocivos para cada célula de tu cuerpo.
Como evitar la Ira
Asumiendo que has llegado al punto de querer hacer algo con tu propia ira, o con la ira dirigida hacia ti, la pregunta que se impone es: ¿Dónde comenzar? Los psicólogos te recomendarían evaluar el grado del problema y tomar medidas adecuadas para lidiar con los problemas que se avecinan. Pero la terapia de control de la ira pareciera ser de poca utilidad. Te enseña a ser más consciente de tu propia ira, pero ello no resulta ser de utilidad una vez que la ira ha explotado, dado que se trata de una fuerza demasiado elemental como para ser contenida por una resistencia racional.
La sabiduría de las tradiciones del mundo ofrece dos puntos de vista valiosos: tu ira es sobre tú mismo. Nunca podrás lidiar con ella hasta que no hayas mirado en tu interior y te hayas analizado.
Una vez que hayas visitado tu interior, verás que la ira no es parte de tu verdadero ser. De modo que siendo tú mismo, realmente, la ira debería apagarse.
La sabiduría de las tradiciones humanas comprende que las cosas negativas suceden y que, frecuentemente, resultan ser inimaginablemente malas. Pero, sin importar cuán viciado sea el crimen, la violación o la guerra, la ira es siempre personal y sus semillas infectan, incluso, las mejores causas. Sólo yendo hacia tu interior y desactivando la semilla podrás contribuir al fin de la violencia. Esta táctica no aplica para cualquiera que crea en responder golpe por golpe, por supuesto. Sólo una vez que hayas aceptado la negatividad de la ira y sus efectos sobre tu personalidad se torna factible probar si la introspección brindará las respuestas.
El segundo punto dicta que, al decidir ir hacia la interioridad, te sorprenderás al comprobar cuán comprometida está tu ira con tu personalidad entera, tus acciones diarias, creencias y visión del mundo. Cada persona contiene dentro la ira de centurias. El efecto es tan penetrante que no existen respuestas al nivel de tu personalidad ególatra. Ella confía en la ira y es de poca ayuda para controlarla.
Vive tu verdadero Ser
El nivel del problema no es el nivel de la solución. Para hallar esa solución, debes sumergirte más profundo en tu consciencia, donde existes como el verdadero ser el nivel en el que cada uno se halla en silencio, en paz y contento de existir. El verdadero ser es la fuente de sabiduría que quieres retener, nada que ver con el fatalismo pasivo. Te empodera con más creatividad, inteligencia, tolerancia y compasión las verdaderas cosas que tienen una chance de terminar con la violencia en tu interior y en el mundo.
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