
Ha comenzado el atletismo, el deporte rey de los Juegos Olímpicos. El atletismo nos conecta con el pasado, es el cable a tierra que descarga las neurosis del mundo moderno, con su simple narrativa del atleta que corre, salta o arroja. Esta sencillez tiene mucho que ver con la fascinación que despierta.
Para correr 100 metros no se necesita un reglamento complicado ni el control de un árbitro inglés con un silbato: los atletas se colocan en la partida, toman aire, se concentran, aprietan los dientes y corren. Ya está, así de simple.
El público reconoce esta importancia y tradicionalmente ha festejado de manera especial al atleta que le ofrece la satisfacción más breve y fugaz de todas, al que corre durante diez segundos y se retira coronado de gloria.
La gloria en un instante, en un abrir y cerrar de ojos. No hay un momento deportivo tan perfecto como los 100 metros, por la brevedad, la belleza, la intensidad y lo que representa.
Jesse Owens
El estadounidense Jesse Owens, el velocista más famoso de la historia.
"Una vida de entrenamiento por 10 segundos", dijo una vez Jesse Owens, el velocista más famoso de la historia, a quien también se le atribuye uno de los comentarios políticos más filosos que conozco: "Hitler no me desairó, fue el presidente (Roosevelt) el que me desairó, porque ni me envió un telegrama".
"Una vida de entrenamiento por 10 segundos. Todos me palmeaban la espalda y me daban la mano, pero ninguno me ofrecía un trabajo"
Jesse Owens, velocista de EE.UU.
Y este otro: "Todos me palmeaban la espalda y me daban la mano, pero ninguno me ofrecía un trabajo".
Porque conviene recordar que los juegos olímpicos, que muchos interpretan como una de las ceremonias más importantes del igualitarismo internacional, tienen un origen elitista y estaban reservados a los varones que no necesitaban trabajar.
Otra característica importante, que hasta cierto punto ha determinado la importancia relativa del atletismo, la natación y la gimnasia en los Juegos, es la rivalidad entre franceses e ingleses en la organización del deporte moderno.
Enfoques diferentes
Los británicos han sido brillantes en la reglamentación de numerosos deportes, mientras que los franceses se han especializado en la creación de estructuras internacionales para su práctica en todo el mundo, algo que inicialmente no les interesaba a sus vecinos.
Es bien sabido que para poder organizar la FIFA, que fue una idea francesa, se debió ofrecer a los británicos el privilegio de tener cuatro representaciones en vez de una, así como el virtual control de la Junta que reglamenta el juego.
"El atletismo nos conecta con el pasado, es el cable a tierra que descarga las neurosis del mundo moderno, con su simple narrativa del atleta que corre, salta o arroja. Esta sencillez tiene mucho que ver con la fascinación que despierta"
En la organización del Comité Olímpico Internacional, que es anterior, todos sus presidentes fueron franco parlantes entre 1894 y 1952, cuando finalmente se eligió a un estadounidense. Ahora es titular un belga… también francófono.
Ningún británico ha sido presidente del COI. Bueno, Lord Killanin (1972-1980) nació en Londres, donde era "de la casa", pero por sus ancestros representó a Irlanda y es la bandera de ese país la que aparece en los registros oficiales.
Buena parte de la evolución del deporte organizado durante el siglo XX ha estado marcado por esta división de áreas de influencia y por el deseo de mantener fuera de las Olimpiadas juegos como el fútbol, el rugby y el cricket, los más representativos de la forma británica de organizar el deporte.
La natación
Los dos atletas olímpicos más célebres de la actualidad (esto puede cambiar, en realidad ya está cambiando), Usain Bolt y Michael Phelps, practican los dos deportes más representativos de los Juegos, junto con la gimnasia.
El nadador estadounidense Michael Phelps es el deportista con más medallas olímpicas de todos los tiempos (20).
Si el atletismo es el rey, la natación es la reina en la imaginación popular.
Los tres grandes deportes olímpicos se caracterizan también por la variedad de las especialidades que ofrecen en el programa de los juegos.
Correr, saltar, arrojar. Estas tres acciones básicas abarcan casi todo lo que puede hacer un atleta por sí mismo, sin pelota, bicicleta, caballo o espada.
También puede hacer ejercicios rítmicos, o arrojarse al agua, claro.
En el caso de la natación, se trata de un deporte que ofrece por lo menos cuatro estilos diferentes para recorrer la misma distancia.
Spitz, Phelps, Bolt
Esto explica la formidable capacidad de los grandes nadadores para coleccionar medallas: ¿recuerdan a Mark Spitz, el antecesor de Phelps? Siete oros en 1972.
"Al velocista Bolt le bastaron un par de carreras en Pekín 2008 para ser el atleta más famoso y celebrado del mundo, mientras que Phelps debió acumular una variada colección de oros para ganar un reconocimiento semejante"
Pero es obvio que Phelps ha necesitado hacer un esfuerzo mucho mayor para alcanzar una fama comparable con la de Bolt.
Al jamaiquino le bastaron un par de carreras en Pekín 2008 para ser el atleta más famoso y celebrado del mundo, mientras que Phelps debió acumular una variada colección de oros para ganar un reconocimiento semejante.
La personalidad de Bolt, tan cautivadora, tiene algo que ver con esto, pero también importa el poder de sugestión de los 100 metros planos, que en la imaginación popular se ha convertido en el símbolo de la excelencia deportiva.
Y un tal Weissmuller
El reconocimiento de los logros deportivos experimentó una transformación formidable a comienzos del siglo XX con el desarrollo del cine, que permitió al público ver en los noticieros, antes de las películas, las hazañas de sus héroes.
Antes de interpretar a Tarzán, Johny Weissmuller ganó cinco medallas de oro olímpicas en natación.
Uno de los primeros triunfadores gracias a esta percepción moderna fue justamente un nadador, Johnny Weissmuller (estadounidense, nacido en la que hoy es Rumania), el Phelps de los años 20 ganador de cinco oros.
Todavía hoy podemos verlo en las viejas películas de Tarzán, en televisión, zambulléndose y nadando para salvar a Jane de ser devorada por un cocodrilo.
La imagen actual de Bolt y Phelps tiene mucho que ver con una repetición del mismo fenómeno: la televisión es ahora lo que el cine fue hace 90 años.
¿Y el maratón?
Pero la supremacía del atletismo como deporte olímpico es indiscutible.
Llama la atención, sin embargo, que todos recuerden al ganador de los 100 metros, aunque no sea Bolt, y relativamente pocos recuerden al ganador del maratón, que ofrece un espectáculo apasionante durante más de dos horas.
(Hablamos del público en general, no de los aficionados al atletismo.)
El maratón ejerció una fascinación muy fuerte durante las primeras décadas del movimiento olímpico, debido a su carga de homenaje al ideal griego de excelencia (o la imagen moderna de ese ideal), que nosotros hemos perdido.
Mucho se ha quedado en el camino, y hasta la distancia original, de unos 40 kilómetros (la distancia aproximada entre Maratón y Atenas), se fijó en 42 km 195 metros en 1908, para que la llegada coincidiera exactamente con el palco real en el estadio de White City, en Londres.
Un compromiso muy propio de la época.
BBC Mundo/Raúl Fain Binda