Alberto Coronel tiene 44 años. Hace cinco llegó de Antímano, en Caracas, buscando un mejor horizonte. Trabajó como vigilante en la Policlínica Maracaibo, pero una elección incorrecta en su vida lo llevó a la mendicidad.
Ahora se le ve deambulando por la Plaza Bolívar de Maracaibo. Como todos, Alberto tiene sus destrezas, y entre estas se encuentra el hábil manejo del nunchaku (o chacos), un arma tradicional asiática.
Ofrece exhibiciones a quienes se la pidan y no se molesta si le dan algún dinero. Él es… El «nunchakero» de la Plaza Bolívar.
Redacción DiarioRepublica.com