
Fuertes lluvias y deslaves han dejado este mes al menos 37 muertos y más de 60.000 evacuados en los estados brasileños de Espirito Santo y Minas Gerais, en el sureste de Brasil.
En Espirito Santo, fronterizo con el estado de Rio de Janeiro, las peores lluvias de los últimos 90 años comenzaron hace casi dos semanas y han dejado barrios y municipios bajo el agua, así como un total de 20 fallecidos, informó el jueves el gobierno local.
Un balance anterior que daba cuenta de 21 muertos fue corregido a la baja por el gobierno estatal.
Las autoridades crearon un sistema de distribución de comida y ayudas por todo el estado, donde 61.379 personas han sido evacuadas de sus casas.
En el estado de Minas Gerais, vecino de Espirito Santo, el número de muertos por las lluvias en diciembre asciende a 17 y hay unos 4.150 personas que han sido evacuadas de sus hogares.
Un balance anterior daba cuenta de 18 muertos, al sumar una víctima de un temporal en octubre.
El acceso a ciertas ciudades y comunidades de ambos estados aún es difícil ya que muchas carreteras fueron destruidas o están inundadas.
«Vamos a tener que reconstruir el estado», dijo el gobernador de Espirito Santo, Renato Casagrande, y explicó que el número de víctimas puede aumentar, ya que hay todavía personas consideradas desaparecidas.
Rescates aéreos de niños y enfermos
La Fuerza Aérea Brasileña (FAB) opera en Espirito Santo tres helicópteros y dos aviones. En la víspera y en el día de Navidad rescataron a 88 personas, y este jueves a otras 74, informó la FAB.
«Tuvimos que hacer rescate con cabrestante, había muchos niños, mujeres embarazadas o con recién nacidos, personas de edad, enfermos», destacó el piloto militar Vinicius Salum.
Ciento setenta efectivos del Ejército llegaron al estado el jueves para ayudar en las labores de distribución de alimentos y rescate, y también bomberos de otros estados, divulgaron medios locales.
Algunas personas se resisten a abandonar sus casas, aunque estén inundadas o con peligro de derrumbe, por miedo a los saqueos.
«Algunos no quieren salir de sus casas porque tienen miedo. Estamos sacando a la gente usando barcas, pero la mayor preocupación son las laderas, muchas casas están bajo riesgo de deslaves y las personas se niegan a abandonarlas», explicó al diario Estadao el teniente Gregorio Rocha Venturim en la ciudad de Santa Teresa, de 26.000 habitantes, donde la mitad está sin luz y un tercio sin agua.
Vía AFP




