
La visita del Jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, el General Charles Q. Brown Jr., a Puerto Rico se produce en un momento de máxima volatilidad geopolítica en el Caribe, intensificada por una reciente escalada de operaciones militares y una insólita alerta de seguridad aérea. La presencia del máximo oficial militar estadounidense en la isla, territorio clave para la proyección de poder en la región, subraya la gravedad con la que Washington percibe las crecientes tensiones.
La visita, no anunciada con gran fanfarria, es interpretada por analistas de defensa como un movimiento estratégico para evaluar in situ la capacidad de respuesta y el estado de preparación de las bases militares estadounidenses ante la crisis. La agenda del General Brown incluye reuniones con mandos del Comando Sur y líderes de la Guardia Nacional, enfocándose presuntamente en la logística y el despliegue de activos en respuesta a una situación que ya ha impactado la navegación civil y el comercio aéreo internacional.
El factor desestabilizador y la alerta aérea
El clima de tensión se disparó tras la emisión de un Aviso Internacional a la Navegación Aérea (NOTAM) por parte de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA). Este aviso instó a las aerolíneas a «extremar la precaución» al sobrevolar ciertas áreas del sur del Mar Caribe. Aunque la FAA no especificó la naturaleza exacta de la amenaza, el timing del comunicado, coincidiendo con un aumento de la actividad militar, generó una inmediata reacción global en el sector aeronáutico.
El impacto en la aviación civil fue significativo e inmediato. Aerolíneas de prestigio internacional como la chilena Latam, la española Iberia, la portuguesa TAP Air Portugal, la brasileña Gol y Turkish Airlines se vieron obligadas a tomar medidas drásticas, cancelando o desviando decenas de vuelos que transitaban por las rutas afectadas. Estas interrupciones no solo han generado pérdidas económicas millonarias, sino que también han sembrado una profunda preocupación sobre la seguridad de los corredores aéreos internacionales que conectan norte y Sudamérica con Europa.
Consecuencias de la operación militar reforzada
Las operaciones militares que sirven de telón de fondo a esta crisis han sido excepcionalmente intensas. El Pentágono ha confirmado un endurecimiento de la acción antidrogas y antiterrorismo en el área. Desde el inicio de esta fase de operaciones reforzadas, las fuerzas armadas estadounidenses han reportado la destrucción sumaria de aproximadamente una veintena de embarcaciones rápidas, presuntamente vinculadas al narcotráfico transnacional.
La naturaleza de estos enfrentamientos ha resultado en un alto número de bajas. Los reportes oficiales indican la muerte de más de 80 tripulantes de estas lanchas, confirmando la letalidad de los operativos. Si bien las autoridades militares insisten en que estas acciones están dirigidas a desmantelar redes criminales que desestabilizan la región, la magnitud de la respuesta y la cantidad de incidentes con resultado de muerte han generado interrogantes sobre las reglas de enfrentamiento y las ramificaciones diplomáticas con naciones vecinas.
La llegada del General Brown a Puerto Rico, bajo este panorama, es una clara señal de que Estados Unidos está elevando la coordinación y el perfil de su respuesta en el Caribe. Su misión es garantizar que las fuerzas desplegadas puedan contener la crisis y mitigar los riesgos, tanto para la seguridad nacional como para el flujo del comercio y el tráfico aéreo en una de las rutas marítimas y aéreas más importantes del hemisferio. La región espera que esta visita se traduzca en una estrategia clara para la pronta estabilización y la reapertura segura del espacio aéreo internacional.
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