La familia del exvicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, confirmó hoy su fallecimiento a los 84 años de edad, debido a complicaciones cardíacas y respiratorias. La muerte de Cheney cierra un capítulo crucial en la historia política de Washington, dejando un legado tan influyente como polarizador.
Cheney fue vicepresidente durante los dos mandatos de George W. Bush (2001-2009) y se le considera el principal arquitecto intelectual de la política de seguridad global de Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Su doctrina de la “guerra contra el terrorismo” redefinió la política exterior estadounidense, con implicaciones que perduran hasta hoy.
Poder Silencioso y Expansión Presidencial
El político, que ejerció una capacidad de decisión inusual para un vicepresidente, se caracterizó por su estilo discreto pero firme. Su principal objetivo político fue fortalecer la autoridad del Ejecutivo, una competencia que él creía debilitada desde la era Nixon.
Cheney estructuró una red de influencia dentro del Consejo de Seguridad Nacional, convirtiéndose en el motor detrás de decisiones clave de la administración Bush, siendo recordado como uno de los vicepresidentes más poderosos en la historia moderna de EE. UU.
Irak y la Controversia de la Tortura
Su figura sigue siendo objeto de un intenso debate histórico debido a dos decisiones fundamentales:
Invasión de Irak (2003): Fue el principal promotor de la invasión, argumentando la existencia de armas de destrucción masiva y vínculos entre Saddam Husein y Al Qaeda, afirmaciones que resultaron ser infundadas y generaron un profundo descrédito internacional.
Métodos de Interrogatorio «Duros»: Cheney fue un defensor acérrimo de técnicas como el ahogamiento simulado, prácticas que fueron condenadas por la ONU y organizaciones de derechos humanos como tortura.
Mientras sus partidarios elogian su determinación en momentos de crisis, sus detractores lo responsabilizan de impulsar una política exterior intervencionista y opaca. Tras dejar el cargo, Cheney continuó defendiendo públicamente sus decisiones, manteniendo su voz activa dentro del Partido Republicano.
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