La frágil situación de Ucrania, asolada por la invasión rusa y los constantes cortes de energía, se ve agravada por un nuevo y resonante escándalo de corrupción que apunta directamente a figuras cercanas al presidente Volodímir Zelenski. Este revés no solo erosiona la moral pública, sino que pone en peligro la crucial aspiración de Ucrania de unirse a la Unión Europea, cuya membresía está supeditada a un compromiso efectivo en la lucha contra la corrupción.
La trama energética al descubierto
La Oficina Nacional Anticorrupción (NABU) de Ucrania ha destapado una amplia trama de fraude en el sector energético, valorada en unos 100 millones de dólares, tras una exhaustiva investigación de 15 meses. La operación culminó con decenas de allanamientos y la detención de cinco individuos, además de procesar a otras siete personas.
Entre los implicados, la atención se centra en el exsocio comercial de Zelenski, Timur Mindich, cuyo nombre ha sido señalado en relación con el caso. Oleksandr Abakumov, director de investigación de la NABU, confirmó que Mindich abandonó el país poco antes de que se realizaran los allanamientos. Las investigaciones sugieren que la red de corrupción había logrado obtener un control efectivo sobre las compras de una importante compañía energética estatal, en un momento en que la integridad del suministro eléctrico es vital para la supervivencia de la población y el esfuerzo bélico.
Indignación ciudadana y presión de la UE
El hallazgo de este fraude multimillonario ha provocado una ola de indignación popular en una sociedad que padece las consecuencias directas de la guerra, incluyendo la interrupción recurrente del servicio eléctrico. La ciudadanía exige justicia y rendición de cuentas, especialmente cuando la ayuda internacional y los recursos públicos deben destinarse íntegramente a la defensa y la estabilidad del país.
Este escándalo subraya la gravedad de la corrupción estructural que, históricamente, ha afectado a Ucrania. La Unión Europea ha sido clara: la lucha contra este mal endémico es una de las reformas clave e ineludibles que Kiev debe cumplir para avanzar en su candidatura de adhesión al bloque. El último informe de la Comisión Europea, aunque elogia algunos avances en las reformas ucranianas, ha advertido sobre la necesidad urgente de reforzar la independencia de las instituciones anticorrupción y asegurar la inevitabilidad del castigo.
Un pulso político en un contexto de guerra
El caso cobra una dimensión política aún mayor al producirse en un ambiente de tensión entre las agencias de control y el Gobierno. Recientemente, el Ejecutivo ha intentado ejercer un mayor control sobre estas instituciones anticorrupción, lo que ha generado preocupación tanto a nivel nacional como en Bruselas. Esta operación de la NABU, con sus implicaciones de alto nivel, representa un desafío directo a cualquier intento de socavar la autonomía de los organismos diseñados para erradicar la corrupción.
El presidente Zelenski ha respondido al escándalo enfatizando que «la lucha contra la corrupción es una de las principales prioridades del Gobierno» y que debe haber un «castigo inevitable para cualquier delito». Sin embargo, la sombra de la duda sobre sus allegados y el continuo pulso por el control de las instituciones anticorrupción amenazan con mermar la confianza y desmoralizar tanto a la sociedad civil como a los aliados internacionales que sostienen el esfuerzo bélico de Ucrania
www.diariorepublica.com



