“A mediados de enero me enteré que el viaje que tenía programado a México coincidía con la visita de su santidad el Papa Francisco. Me emocioné mucho y quería saber más de su itinerario, cuando me topé con la noticia de que eran necesarios voluntarios para armar vallas durante su visita, sin pensarlo dos veces me dirigí a la página oficial dispuesta por las diócesis http://papafranciscoenmexico.org/
Durante el registro me pidieron dirección y teléfonos por eso coloqué números de amigos que viven en ciudad de México a los cuales le preguntaba todos los días si los habían llamado, llegó la fecha de mi viaje y aún no tenía respuesta; sin embargo, mantenía la fe y el deseo de participar en tan importante e histórica jornada.
El mismo día que llegué recibí un correo con la dirección de dónde serían las reuniones y capacitación, donde nos informaron que en ese momento pasaríamos a ser los ojos que lo cuidarían y debíamos estar alerta sobre cualquier persona sospechosa, con actitud extraña por lo cual supe que era un gran compromiso que estaba asumiendo. Igual debíamos animar a las personas con porras como nos decían y con oraciones para que todo se desarrollara bien, posiciones a adoptar en casos de estampidas de verdad la seguridad de todos estaba considerada y me di cuenta la gran logística que se requiere para un evento de esta magnitud .
Posteriormente nos informaron que éramos un grupo afortunado porque nos tocaba trabajar el día sábado 13 de Febrero de 2016, en el tramo número 5, por el cual el Papa 4 veces, por eso requería un mayor esfuerzo de parte del voluntariado. El Papa Francisco saldría a las 8:30am de la Nunciatura con dirección al Zócalo y las vallas debían instalarse con cuatro horas de anticipación. Nos concentramos en el punto de reunión a las 4:00 am, y desmontar la valla 30 minutos después del último paso del santo Padre , que se estimaba seria a las 8:30 pm si él no decidía bajarse y pararse a interactuar con el público. Así que estaríamos ahí hasta las 9:00pm mínimo, serían 17 horas de pie organizando a las personas, manteniendo el ánimo de los feligreses y a su vez identificar cualquier situación de riesgo.
El calendario marcaba 13 de febrero del 2016, el reloj 3:00 am y la temperatura 4 grados, pero el entusiasmo y la emoción que sentía por ver al primer papa Latino era inmensurable, ese día nos encontramos en el punto indicado donde nos entregarían nuestra identificación, y para mi sorpresa al entregarme mi franela note que no era blanca como la mayoría sino amarilla. Me dijeron es que te necesitamos de coordinador, a lo cual respondí : Sí, cuenten conmigo.
Me sentía preparado y lo más importante Feliz de que hacía unos días atrás estaba en Cabimas y ahora estaba en la Ciudad de México a punto de ver al sucesor de Pedro, la energía indescriptible personas de todas las edades, y de diferentes países unidos por la fe y el amor y con la ilusión de que esta visita llenara de esperanza no solo un país sino todo el continente y especialmente a Venezuela.
Al momento de verlo saqué mi la bandera de esperando que algún día nos visite, canciones como La Guadalupana, los misterios gozosos, todos se escuchaban por toda la avenida Eje central . Sin duda, una bendición y una experiencia que recordare toda la vida. Fueron 17 horas de esfuerzo que ni las sentí. Cada vez que pasaba el Papa Francisco recibíamos su bendición con los brazos abiertos y un corazón dispuesto, como el mismo dijo este es el año de la Misericordia: Orar por las personas que queremos y hasta las que no queremos.
Demostró que es un Papa único que también estaba emocionado. Es el Papa de los pobres, el Papa de los enfermos, el Papa por el que sin lugar a dudas volvería a trabajar no 17 sino las horas que sea necesario, así como él a su edad viajó de Roma a Cuba y de cuba a México, aún no ha descansado y se mantiene en jornadas maratónicas todos los días, Gracias Su santidad, gracias Dios por este regalo”.
Vía Panorama/www.diariorepublica.com