
El cardenal Baltazar Porras, arzobispo emérito de Caracas, alzó su voz para cuestionar firmemente el desproporcionado operativo de efectivos militares que le impidió el pasado fin de semana llegar a Isnotú, estado Trujillo, para oficiar una misa de acción de gracias por la reciente canonización de San José Gregorio Hernández.
El alto dignatario de la Iglesia Católica manifestó su asombro ante la magnitud de la acción: “Resulta interrogante que una sola persona genere una movilización de centenares de soldados para impedir simplemente una misa», expresó Porras al referirse a las barreras impuestas tanto por vía aérea como terrestre.
Denuncia de Abuso de Poder e Intimidación
El prelado interpretó los obstáculos como un claro indicio de abuso de poder y el uso de la mentira como táctica de intimidación. “Quieren generar en nosotros una actitud de miedo y de replegarnos”, advirtió, enfatizando que el despliegue de seguridad le resultó completamente desproporcionado para el evento planeado, que era únicamente una eucaristía.
El cardenal Porras hizo un llamado a las autoridades sobre su verdadero rol: “Los servidores públicos están hechos, en principio, para estar al servicio de la gente y no para estar en contra de la gente”, insistió, recordando que su deber es servir a la ciudadanía, no hostigarla.
Impedimento de Acceso y Acusaciones Oficiales
Las declaraciones del cardenal Porras surgen tras la denuncia pública de que le fue negado el acceso a Trujillo por ambos medios de transporte, frustrando su participación en la ceremonia religiosa.
Según la información que se le proporcionó, la prohibición se basó en supuestas «noticias de disturbios o cosas que se iban a realizar ahí» y que su presencia constituía «un peligro», a pesar de que se había aclarado la naturaleza exclusivamente religiosa y pacífica del acto.
En contraste, Diosdado Cabello, ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, ha acusado a la jerarquía eclesiástica de intentar sabotear los actos conmemorativos de San José Gregorio Hernández y Santa Carmen Rendiles, tanto en Venezuela como en el Vaticano. El funcionario señaló que los intereses de la Iglesia están «alineados con los de Estados Unidos,» y buscan «tener el protagonismo» para desviar la atención de los nuevos santos.
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