Mientras los caraqueños hacían su periplo en busca de los siete templos, un grupo bien nutrido esperaba dentro de La Catedral, iglesia principal de Caracas, para escuchar la misa de las últimas siete palabras pronunciadas por Jesús en la cruz. Los feligreses la llaman la homilía del sermón.
A las 11 am, el obispo auxiliar de Caracas, Fernando Castro, durante una ceremonia sencilla relató la pasión y muerte de Cristo.
“Padre perdónalos que no saben lo que hacen. Fue lo primero que dijo a quienes lo humillaban, atropellaban y odiaban…”.
En su reflexión señaló que quien siembra el odio crea tempestades, y en un episodio de su narración refirió que en eso se basa el comunismo. “Por eso las primeras palabras de Jesús no son de reproche sino de misericordia. De allí que no se puede cambiar nada cuando no hay reconocimiento de la verdad. Con la mentira no se edificar el perdón”, acotó.
Con la tercera palabra dicha por el hijo de Dios: “Mujer he aquí tu hijo”, el párroco hizo mención a la constitución de la familia y a la necesidad una sexualidad responsable. ¿Cuántas vidas se destruyen por falta de una educación sexual?, se preguntó y a la vez añadió “hay que reafirmar la dignidad del aún no nacido. Debemos ser pregoneros de la belleza del matrimonio y de la familia”.
Y en la última frase: “en tus manos encomiendo mi espíritu”, el religioso hizo un aparte para referirse a los recientes hechos de violencia y envió un mensaje de compasión y esperanza a las familias enlutadas. “La historia está llena de errores incalculables, pero Cristo entregó su vida por el verdadero hombre”.
Hizo un llamado a creer en los sacramentos, a llorar y a orar. “La obediencia es el camino a la libertad plena”, sentenció.
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