“Mami, tengo un mal presentimiento”, dijo la hija menor de la funcionaria de Polimaracaibo, Lisbeth del Carmen Parra Muñoz (39), minutos antes de que dos delincuentes le arrancaran la vida a la oficial, este viernes 7 de octubre a las 6:40 de la mañana en San Francisco.
En el ataque, el hijo mayor de Parra resultó herido. Ángelo Alberto Urdaneta (20) recibió un disparo en el pecho al forcejear con los asaltantes, en la venta de pastelitos El Sabor Cristiano, ubicada en la calle 167 del sector Dalia de Fernández.
A la 6:10 de la mañana, Lisbeth salió a trabajar en el registro civil de la parroquia Cacique Mara, en Maracaibo.
Ángelo se dirigía a la fábrica de dulces en la que labora, y la pequeña acompañaría a su madre porque no tenía clases.
“Ellos se percataron de que los ladrones los perseguían y caminaron rápido. Se metieron en una venta de pastelitos, trataron de comprar comida para protegerse, pero los delincuentes los alcanzaron y comenzaron a forcejear con el muchacho para robarle una tablet. Le dispararon en el pecho”, contó una de las vecinas, de acuerdo con el testimonio que brindó la niña, quien ahora está con su padre.
Al ver a su hijo herido, la funcionaria enfurecida le partió una silla plástica en la cabeza a uno de los verdugos y el otro le disparó en la boca. Parra fue trasladada al ambulatorio El Silencio, ubicado a unos 200 metros de donde ocurrió el crimen, pero ingresó sin vida al centro asistencial. Afuera, la niña gritaba: “¡Díganme que mi mamá no está muerta!”.
A Ángelo lo llevaron al Hospital Noriega Trigo, pero fue remitido al General del Sur, porque en el centro asistencial no había ni insumos ni ambulancia. El disparo le ocasionó un coágulo de sangre en los pulmones, por lo que fue sometido a una cirugía y su estado de salud, en la tarde de ayer, era estable.
Hasta el cierre de esta edición no sabía que su madre murió. Pensó que solo recibió un golpe en la boca.
El subdirector de Polimaracaibo, Héctor Otalora, informó —en el ambulatorio— que “se maneja como móvil la resistencia al robo”, mientras que un informante del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) aseveró que “están plenamente identificados a los homicidas de Parra y son buscados por todos los organismos policiales”.
El esposo de la oficial, José Vargas, entre lágrimas, la describió como una “madre abnegada, luchadora y que siempre buscaba el bienestar. Era alegre, todos en el barrio la conocían y disfrutaban de su presencia”.
Al momento del atraco, Parra vestía una chemise con el emblema de la policía y no portaba arma, pues en los 11 años que estuvo en las filas de Polimaracaibo se desempeñó en el área administrativa. Actualmente trabajaba en la jefatura civil de la parroquia Cacique Mara, en Maracaibo.
“Ella fue una mujer responsable, de una conducta intachable. Trabajó conmigo en las jefaturas de Cecilio Acosta y Bolívar. Era muy querida por todos y un ejemplo de ello fue que, el martes 5 de octubre, le hicimos un agasajo porque cumplió 39 años”, contó Jonathan López, registrador civil de Cacique Mara.
Sus vecinos estaban consternados con el homicidio.
En minutos, la casa de Parra se llenó de decenas de habitantes del barrio Blanquita de Pérez, donde residía, en la parroquia Domitila Flores, para acompañar a la familia.
Este sábado, su esposo y sus tres hijos, le festejarían su cumpleaños con una reunión. Paradójicamente, ahora familia y amigos se reunirán, en la avenida 48 M de la barriada, para decirle adiós.
Parra es la segunda mujer de este cuerpo policial que asesinan en un mes. La primera fue Yeisi Peña, quien murió el 19 de septiembre, presuntamente, a manos de oficial de la PNB.