Olga Pineda Sánchez tenía dos pasiones en la vida: El amor por sus dos pequeñas hijas y la entrega por la profesión que la hacía feliz, el derecho.
Era madre a tiempo completo. Rechazó un trabajo en los tribunales penales de Maracaibo —donde labora su mamá, la jueza Ana Sánchez— para poder dedicarle tiempo “de calidad”, como ella misma decía, a sus hijas que ahora tienen cuatro y un año.
“Salía todos los días temprano para llevar a la mayor de sus hijas al colegio y después se iba a hacer todas las diligencias que tenía pendiente, rápido, para al mediodía buscarla de nuevo y almorzar con ella. Siempre iba a todas partes con la niña menor de un año en sus brazos, a todas partes la llevaba. Decía que nadie las cuidaría como ella”, contó una de sus mejores amigas.
Recuerda como si “fuese ayer”, el día que acompañó a Olga a hacerse la prueba de embarazo.
“Fui con ‘Olguita’ a una clínica en San Jacinto para que saliera de dudas si estaba embarazada o no, cuando supo que tendría una hija, se puso muy contenta, se llenó de ilusión”, comentó.
A Olga le arrebató, su propio esposo, el sueño de ver crecer a las pequeñas Ana y Aranza. Luis Gutiérrez ordenó y pagó a dos sicarios para que la mataran, el viernes 17 de marzo.
“No olvides cuidar siempre a tus Kikis, como le solía decir a tus niñas que contarán con mucho amor”, escribió en una dedicatoria en Instagram, Nelson Maduro, otro amigo. “En su boca siempre tenía a su mamá y a su hermana, sus amores”, agregó.
“Olga cuando se separó de Luis porque se enteró que él la engañaba con la prima, le tocó ser una madre soltera. Pagaba todo lo que necesitaban las hijas y Luis muy pocas veces la ayudaba en algo. Siempre quería ver a las niñas, pero no les daba nada”, dijo otra amiga.
Olga ejercía el derecho de forma independiente. “Tenía demasiados clientes y hacía de todo, desde documentos de compra venta, el registro de una empresa o la defensa de un detenido”, comentó el amigo.
Para que el dinero le rindiera, la abogada también iba —casi todos los sábados— al mercado de los corotos, en El Milagro, a vender objetos usados.
Le encantaba viajar: Margarita era destino predilecto. Muchos de los viajes a la isla los hizo junto a Luis. También compartía la afición con él por las Águilas del Zulia. “Compraban el abono e iban a todos los juegos”.
A pesar del matrimonio turbulento que tuvieron Olga y Luis y un divorcio en puertas, “ella lo seguía amando”.
Olga mantenía en su perfil de instagram una foto junto a Luis. “Ella quería que él volviera a su lado, pero Luis le decía que no podía porque el padre de su novia era quién le había dado trabajo”.
“Gracias a Dios se hizo justicia. Luis pasará años encerrado sin poder ver a sus hijas, pensó que las tendría para siempre”, lamentó la allegada.
El dolor sigue latente. La hija mayor cumplirá mañana sus 4 años si Olga, sin su mamá.
Vía Panorama/www.diariorepublica.com