
Soledad extrema en la cárcel: La amistad en español como último recurso de salud mental
La soledad implacable de la prisión de máxima seguridad ADX Florence, conocida como el «Supermax» y reservada para los criminales más peligrosos de Estados Unidos, ha dado pie a una petición judicial tan inusual como conmovedora. Un capo de la mafia italiana, Antonino Sabatino, ha solicitado formalmente a un juez que se le permita interactuar regularmente con el narcotraficante mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán, citando una grave necesidad de preservar su salud mental.
La moción, presentada esta semana por el equipo legal de Sabatino, dibuja un panorama desolador de aislamiento casi total. Según la defensa, el limitado entendimiento del español por parte del mafioso italiano y el nulo conocimiento del inglés por parte de Guzmán han creado una precaria, pero vital, línea de comunicación bilingüe. Esta interacción se ha convertido en el único consuelo en un régimen de privación sensorial y soledad absoluta, un testimonio sombrío de la capacidad humana para buscar conexión incluso en las circunstancias más extremas.
El regalo régimen ‘supermax’: Jaulas subterráneas y muros de aislamiento
ADX Florence opera bajo un sistema de aislamiento extremo diseñado para que los reclusos pasen 23 horas al día solos. Los documentos judiciales revelan que el área donde se encuentran Sabatino y Guzmán consta de un bloque con solo cuatro celdas.
Las denominadas «actividades exteriores» son, en realidad, un ejercicio de reclusión diferente: los presos son llevados a «jaulas individuales situadas bajo tierra». Estos espacios de recreo están rodeados por altos muros de hormigón que impiden cualquier vista del mundo exterior, dejando a la vista únicamente una pequeña porción del cielo. Es un entorno diseñado para quebrar la voluntad y donde la comunicación humana se convierte en un bien incalculable y casi imposible de obtener.
La petición legal insiste en que, si bien la infraestructura de la prisión busca eliminar todo contacto, la simple presencia y la posibilidad de un saludo en español son un salvavidas. «Sabatino solo domina parcialmente el español, y Guzmán no habla inglés,» señala la moción. «Paradójicamente, esta barrera idiomática se ha convertido en el puente que evita el colapso psicológico de nuestro cliente».
Testimonios que exigen conexión humana
Para fundamentar la necesidad de esta convivencia, la defensa ha incluido testigos clave y declaraciones juradas de antiguos reclusos de prisiones de aislamiento. Estos testimonios concuerdan en que la falta crónica de interacción puede llevar a estados psicóticos, deterioro cognitivo y trastornos de ansiedad insuperables. La posibilidad de compartir un idioma, por fragmentado que sea, activa áreas del cerebro cruciales para la estabilidad mental que el régimen Supermax está suprimiendo activamente.
La única vía para una comunicación directa durante el escaso tiempo de recreo sería que ambos líderes criminales tengan acceso al patio de forma simultánea. No obstante, incluso en esta situación ideal, la petición aclara que «seguirían separados por mallas y muros dentro de sus respectivas áreas de recreo». La interacción, por tanto, sería puramente vocal, demostrando que lo que se pide no es una convivencia tradicional, sino la oportunidad de compartir el mismo espacio auditivo para paliar la desesperación.
El caso de Sabatino y Guzmán pone en primer plano el debate sobre el impacto del aislamiento prolongado en la salud mental, incluso para aquellos sentenciados por crímenes atroces. La decisión del tribunal en esta «amistad bilingüe» podría sentar un precedente sobre los límites de la crueldad carcelaria y la necesidad inherente de conexión humana.
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