Una comisión del cuerpo detectivesco investiga el círculo de amistades de las víctimas Yenny Carolina Medina Oliveros (39), quien en una semana recibiría su titulo de abogada; y del taxista Kendry Saúl Villasmil Durán (21), estudiante del séptimo semestre de Ingeniería Mecánica. Ambos fueron asesinados con tiros en la cabeza y sus cuerpos fueron hallados por la policía, en una trilla ubicada cerca del complejo campestre Okinowa, el jueves a las 7:00 de la mañana.
Un familiar de la mujer, quien también fue compañero de trabajo de Villasmil, es una pieza clave para determinar si entre los fallecidos existía algún vínculo, así lo precisaron fuentes policiales, quienes además indicaron que no se descarta ningún móvil, y que su círculo social ayudará a determinar hacia quién iba dirigida la venganza. Según familiares las víctimas no se conocían.
Frente al féretro, parientes de la abogada presumieron que el crimen se trató de una venganza en contra del taxista y que Yenny sería una víctima colateral por estar en el momento equivocado. La tarde del pasado miércoles, Medina llegó a casa de su mamá en El Manzanillo, con su hijo de seis meses y otro de cuatro años. Dos horas después dijo que iría a la farmacia, ubicada a cuatro cuadras, en busca de medicinas para su hijo menor. Al parecer, Yenny no halló el medicamento y solicitó un taxi de la línea Dálmata para continuar la búsqueda en otras farmacias.
Mortal servicio
A las 8:20 quedó grabada la llamada en la central de la línea de taxi. Testigos detallaron que el servicio fue solicitado por una mujer que esperaría frente al depósito La Grey. El cliente, de quien se presume sería Yenny, solicitó un vehículo con aire acondicionado y vidrios ahumados. El turno era para Kendry Saúl Villasmil, quien encendió su carro Ford Del Rey color blanco y fue en busca de su pasajera.
Las cámaras de seguridad de los locales cercanos al depósito solo grabaron el momento en el que llegó el vehículo, y en ningún momento se ve que alguien subió a la unidad, luego de varios minutos el carro se marchó, informaron fuentes ligadas al caso.
Por su parte, Royer Velázquez, esposo de la abogada, precisó que el último mensaje que le envió su pareja por Whatsapp decía: “Estoy haciendo la cena”. Luego él le envió otro mensaje a las 8:20 pero no respondió.
“Nunca me dijo que iría a la farmacia, habíamos quedado en ir a una iglesia en la noche. Yo estaba en la casa de mi mamá en otro sector cercano. Ese carro nunca nos hizo carreras, no lo conocemos”, relató Velázquez, quien también es funcionario activo de la Policía Nacional y ese día había soltado guardia. Dijo que vivían alquilados en Sierra Maestra.
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