El libro no ha salido todavía al mercado, pero las memorias de Robert Gates, exsecretario de Defensa de Estados Unidos, ya están generando una intensa polémica en Washington por sus fuertes críticas al liderazgo del presidente, Barack Obama.
En el documento de casi 600 páginas, llamado Duty: Memoirs of a Secretary at War (Servicio: memorias de un secretario en guerra), Gates afirma que el mandatario dudaba del éxito de la estrategia estadounidense en Afganistán, desconfiaba de ciertos comandantes militares y «no soportaba» al presidente afgano, Hamid Karzai.
Eso sin contar las palabras que guardó para Joe Biden, el vicepresidente, de quien dijo que «se equivocó en casi todos los temas importantes de política exterior y seguridad nacional en las últimas cuatro décadas».
La polémica que ha suscitado el libro no sólo radica en sus argumentos sino en el hecho de que es inusual que un exsecretario, y en particular uno de tanta importancia como el de Defensa, publique una crítica tan severa de quien hasta hace poco había sido su jefe.
Robert Gates, además, es un político republicano de particular relevancia en Washington: ha trabajado con ocho presidentes y fue el primer líder del Pentágono en servir bajo dos mandatarios opuestos, el republicano George W. Bush y el demócrata Barack Obama.
Todo eso llevó a que la Casa Blanca se viera obligada a ponerse rápidamente a la defensiva con una estrategia que contó con al menos tres elementos: agradecer a Gates por su servicio, acto seguido rechazar sus argumentos y finalmente darle un giro o «spin» al asunto para favorecer al gobierno.
«El equipo de rivales»
El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, rechazó las acusaciones de Robert Gates.
Ese giro consistió en admitir que las divergencias que describe Gates no son inusuales en los debates internos del gobierno y, por el contrario, forman parte de algo que fomenta el mandatario.
En la rueda de prensa diaria de la Casa Blanca, el portavoz Jay Carney resaltó el miércoles que Obama espera «escuchar puntos de vista conflictivos de todos los miembros de su equipo de seguridad nacional».
Carney agregó que el presidente escogió a un «equipo de rivales» precisamente para escuchar opiniones divergentes y que está agradecido de haberlo conseguido en temas de política exterior y doméstica.
Al mismo tiempo, Carney se sumó a la vocera del Consejo de Seguridad Nacional, Caitlin Hayden, en agradecer a Gates por sus años de trabajo y rechazar sus críticas.
Ambos portavoces argumentaron que el vicepresidente es «uno de los estadistas más importantes de su generación» y Carney defendió la misión de Obama en Afganistán diciendo que el presidente sí tiene fe en ella y en los soldados.
Ese argumento es particularmente sensible por el peso que tiene Gates cuando habla de guerras. El exsecretario, que se retiró en 2011, es visto en Estados Unidos como un político consumado que abordó la Secretaría de Defensa en un momento clave, en medio de las dos problemáticas guerras de Afganistán e Irak.
Esa experiencia también le permitió, en algunos casos, hablar bien de Obama, a quien calificó como un «hombre de integridad personal».
Y en un argumento clave, que no ha sido reportado tan ampliamente como las críticas, también le dio crédito al mandatario por aprobar el ataque contra Osama bin Laden en Pakistán, al que él se opuso inicialmente.
Gates escribió que fue «una de las decisiones más valientes que he visto en la Casa Blanca».
Efectos
Aunque algunos agradecen los datos que ofrece este libro para comprender los matices de la presidencia de Obama más allá de la versión oficial, el texto también ha generado dudas entre quienes consideran que el momento de su publicación no fue el apropiado por las reacciones que puede desencadenar.
Ed Rogers, un columnista del diario The Washington Post, dice por ejemplo que las revelaciones de Gates son «nocivas para el presidente» y probablemente lo debilitarán aun más, lo que en su opinión es problemático para Estados Unidos y el mundo.
«Compraré el libro y leeré cada palabra. Sólo espero que en vez de hacerlo hoy lo estuviera haciendo en 2017», concluye. Obama no estará en el gobierno ese año.
Otro analista, el veterano periodista Bob Woodward, conocido por sus investigaciones el caso Watergate, opinó que el libro les dará argumentos a quienes «creen que es arriesgado para un presidente ocupar un puesto tan importante del gabinete con un remanente del partido de oposición».
Además, recibir una crítica tan fuerte de alguien con tanto peso puede llevar a Obama a querer blindarse, en los años que le quedan de gobierno, con un grupo de colaboradores aun más leal y menos divergente.
Esto puede resultar clave para un presidente que no quiere distracciones cuando está en medio del objetivo de recuperar terreno perdido y solucionar los problemas que amenazan con afectar su legado.
BBC