El presidente estadounidense, Barack Obama, debe conmover esta semana a la base del Partido demócrata como paladín de las minorías, de los derechos civiles y sociales en Estados Unidos, cuando según la oposición no merece la reelección, acusado de fracasar en la reactivación de la economía.
El Partido Demócrata se reunirá desde el martes en Charlotte, Carolina del Norte (sureste de EEUU) para celebrar su convención nacional e investir el jueves a Obama como candidato para las elecciones del 6 de noviembre frente al republicano Mitt Romney.
«La gran ventaja de Obama es que su convención será después de la republicana y puede ampliar su propio argumento», dijo a AFP Larry Sabato, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Virginia.
La cumbre demócrata tiene lugar una semana después de que los republicanos realizaran la suya en Tampa (Florida, sureste), donde el jueves eligieron como presidenciable al multimillonario ex gobernador de Massachusetts, Mitt Romney.
Pero «en contraste con los republicanos, el presidente también hablará sobre otros temas como la inmigración y el aborto», dijo Sabato.
Porque «si Obama se centra sólo en la economía, tiene grandes posibilidades de perder. Así que tiene que ampliar su enfoque e incluir temas sociales», agregó.
Unos 6.000 delegados se reunirán en Charlotte, ciudad que ya se convirtió en una suerte de parque temático pro Obama, donde deambulan militantes, abundan las conferencias de grupos defensores de las políticas del presidente y, por supuesto, hay stands para vender desde camisetas hasta salsas picantes con la imagen y el logo del primer mandatario negro del país.
«Es un honor representar a los jóvenes que consideramos que el presidente Obama se ha comprometido para reconstruir el país que merecemos en el futuro», dijo a AFP Alejandra Salinas, presidenta del College Democrats of America, el brazo de la juventud demócrata.
Salinas, estudiante de leyes, de 22 años, segunda generación de una familia mexicana de Texas, es ‘super delegada’, título designado directamente por el partido y no elegidos por las bases.
«Esta convención representa una doble responsabilidad, porque como latina también estoy aquí en nombre de los hispanos, que sabemos que contamos con el presidente otros cuatro años», dijo Salinas.
Este lunes, feriado en Estados Unidos por celebrarse el día del trabajo, las calles del centro de Charlotte se convertirán en una feria donde se espera sobre la tarima un concierto del cantante James Taylor, una aparición del actor Jeff Bridges y miles de seguidores del partido.
Entre el martes y jueves, políticos famosos ofrecerán sus discursos en el anfiteatro Time Warner Arena de esta ciudad de 750.000 habitantes, que está recibiendo seguidores de Obama de todas partes del país, además de 15.000 periodistas acreditados a cubrir los eventos.
El ex presidente Bill Clinton (1993-2001) será agasajado por los demócratas de su estado, Arkansas, el martes cuando celebrará una fiesta privada, de 150 dólares la entrada, con la participación de la actriz Ashley Judd y el músico de Black Eye Peas, Will.I.Am, un día antes que hable en la convención.
Como Ann Romney en Tampa, la primera dama de Estados Unidos Michelle Obama intentará el martes presentar una imagen menos política de su esposo en un discurso para el final de esa jornada, cuando el orador de orden será Julián Castro, alcalde de la ciudad de San Antonio, que llega a la cita como el primer hispano en ofrecer el discurso principal de la convención.
El miércoles, la Primera Dama se reunirá con el grupo de delegados (caucus) hispanos del partido, en una señal más de la importancia que le ha dado la campaña de Obama a acercarse a esta comunidad clave para ganar la elección y que apoya la reelección del Presidente por abrumadora mayoría.
Analistas y asesores del partido reconocen que será difícil recrear el mismo entusiasmo de 2008, cuando se terminaban los ocho años del republicano George W. Bush en el poder, en medio de una crisis financiera cuyas consecuencias aún no se superan.
Hasta ahora el mayor obstáculo es la tasa de desempleo que no logra descender la barrera del 8%, contra el 5% que promediaba antes de la crisis.
Por ello Obama tiene que defender su cruzada por los cambios: la histórica reforma del sistema de salud, su orden para terminar con la restricción que obligaba a los homosexuales a ocultarse en el ejercito, el retiro de Irak, así como el golpe a Al Qaida con la muerte de Osama bin Laden.
Obama insistirá en su plan de aumentar impuestos a los ricos y mantener el sistema de salud para los ancianos, mostrándose más sensible con la clase media que su rival Romney, pero no será fácil retomar el eslogan de «cambio» que en 2008 lo convirtió en superhéroe, ahora en 2012, cuando la ciudadanía parece no hallar la magia de sus superpoderes.
El presidente Barack Obama debe conmover esta semana a la base del Partido demócrata, como paladín de las minorías, de los derechos civiles y sociales en Estados Unidos, cuando según la oposición no merece la reelección, acusado de fracasar en la reactivación de la economía.
Vía AFP