En la primera entrevista exclusiva que concede a un medio de comunicación, el papa Francisco negó «ser de derecha», e invitó a la Iglesia Católica a reflexionar sobre el papel de la mujer en la Iglesia y a abrirse y «curar las heridas» de gays y divorciados antes de condenarlos.
Francisco señaló que la Iglesia Católica no tendría que permitir que las prohibiciones al matrimonio homosexual, el aborto y laanticoncepción dominen sus enseñanzas, sino ser un credo más acogedor, en el que los sacerdotes sean pastores comprensivos y no burócratas fríos y dogmáticos.
En una entrevista franca con Civilitá Cattolica, publicación mensual de la comunidad jesuita italiana, Francisco no dijo que ese tipo de enseñanzas morales fuera a cambiar pronto, pero pareció intentar un giro en el tono desde la condena hacia la misericordia.
El primer Papa latinoamericano también dijo que la Iglesia se había «encerrado… en pequeñas reglas mezquinas», y que, en lugar de ello, debería verse a sí misma como «un hospital de campaña luego de una batalla», e intentar sanar las grandes heridas de la sociedad y no estar «obsesionada con la transmisión de una multitud de doctrinas dispersas con insistente imposición».
«Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo le respondí con otra pregunta: «Dime, Dios cuando mira a una persona homosexual ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?», cuenta como anécdota.
«En la vida, Dios acompaña a las personas, y nosotros tenemos que acompañarlas, empezando por su situación. Es necesario acompañarlas con misericordia», explicó.
La extensa entrevista de 27 páginas se realizó en tres sesiones en agosto y fue publicada el jueves junto a traducciones difundidas en revistas jesuitas de todo el mundo.
Francisco también habló del rol de las mujeres en la Iglesia, y dijo que sus «profundos cuestionamientos debe ser atendidos».
«Debemos investigar más el rol de las mujeres en la Iglesia… trabajar más duro para desarrollar una profunda teología de la mujer. Sólo dando este paso será posible reflejar mejor su situación dentro de la Iglesia», dijo.
Sobre la Iglesia, dijo que «es la casa de todos, no una capillita en la que cabe sólo un grupito de personas selectas. No podemos reducir el seno de la Iglesia universal a un nido protector de nuestra mediocridad». Y, en un tono cercano y sencillo, el Papa se definió como un pecador: «Soy un pecador en quien Dios ha puesto los ojos».Francisco negó «ser de derechas». «Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me ha llevado… a ser acusado de ultraconservador», reconoció.
Agencias